El Evangelio Eterno

Jesucristo es el evangelio de Dios. Él conquistó la muerte y todo mal con su gran amor demostrado en la cruz. Todo el que cree en él para salvación recibe gratuitamente los logros de su gran victoria sobre el pecado y la muerte. Pasamos eternamente de muerte a vida. ¡Alabado y glorificado sea el nombre del Señor Jesús!

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viernes, junio 16, 2006

Adventismo y los 2,300 días de Daniel 8:14

Estoy pausando lo que escribía de Pablo y Mateo 14 para poner aquí un artículo que estoy traduciendo del Dr. Raymond Cottrell. El Dr. Cottrell fue el redactor principal del Comentario Bíblico Adventista, y vio pasar a varios presidentes de la Conferencia General. Raymond Cottrell rindió más de 50 años de servicio a la iglesia adventista. En el año 2002, dos años antes de su muerte a los 92 años de edad, él expuso el resultado de sus estudios de la doctrina de los 2300 días ante un grupo de eruditos adventistas en la ciudad de San Diego, California. Ese estudio se encuentra en inglés, y actualmente lo estoy traduciendo al español (las notas al pie de página no están listas todavía, por eso aparecen incompletas. Solo he traducido las más pertinentes). Espero tener todo listo pronto para el provecho de los que se tomen el tiempo de seguir el estudio. Bendiciones.

Hay algunos hermanos adventistas que me preguntan por qué ya no creo en la doctrina de los 2300 días. El estudio del Dr. Cottrell y sus conclusiones son las mías también.

Seguidamente, la traducción del estudio del Dr. Cottrell comenzando con la sección 8:

8. “Trazando bien” a Daniel 8:14

El primer imperativo para comprender las profecías de Daniel con el sentido designado por la Inspiración es una disposición mental libre de cada suposición personal, subjetiva, y moderna con respecto a su significado.

El segundo imperativo es identificar las circunstancias planteadas in Daniel 1 al 6 y 9:1-23, las cuales proveen el fondo histórico dentro del cual la Inspiración dispuso sus cinco pasajes proféticos con la intención que Daniel y sus lectores los entendieran. De igual manera, a fin de entender esos pasajes tal cual la Inspiración dispuso que los entendiéramos debemos hacerlo con esa perspectiva histórica en mente, y de la misma perspectiva de la historia de la salvación en la cual se encontraba Daniel y sus lectores. Cualquier interpretación que ignora o rebate esa perspectiva histórica y / o la perspectiva de la salvación de su tiempo se ha de sospechar de inmediato e impone una interpretación foránea, no inspirada sobre esas profecías.

Los primeros seis capítulos del libro de Daniel recuentan el exilio de Daniel y sus compatriotas a Babilonia “En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá” (Daniel 1:1), el cual data a 606/5 a.c. y sus experiencias durante los setenta años de exilio predichos por Jeremías en el capítulo 29:1-14. De acuerdo a Daniel 9:1, “En el año primero de Darío” (la fecha se asigna a 537/6 a.c. por la usanza judía del conteo inclusivo), Daniel había estado en exilio durante exactamente setenta años. Pero todavía no había prueba alguna de su próxima liberación del exilio. Por tanto, Daniel elevó esa oración importuna rogando por la liberación del exilio y la restauración; oración que se registra en el capítulo 9:4-19.

Mientras Daniel todavía estaba en oración el ángel Gabriel reapareció[i] y dijo “Ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión” (Daniel 9:22,23). De inmediato Gabriel le repite esa “orden” letra por letra (versículo 24), tal cual lo había prometido, y procede a explicarla en los versículos 25 al 27.

Es de suma importancia darse cuenta que Gabriel identifica explícitamente esa “orden” que “desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén” al principio de las setenta semanas como “la orden” que “salió” –del cielo- mientras Daniel oraba.[ii] Esa “orden”[iii] era tal que ¡solo Dios mismo (y ningún monarca terrenal) pudiera haber expedido! Por la autoridad de nadie menos que el ángel Gabriel, las “setenta semanas” de años por tanto comenzaron en 537 a.c. y ¡no ochenta años después en 457 a.c.!

La explicación que da Gabriel de esa “orden” en los versículos 25-27 brevemente bosqueja el futuro designado por Dios para el pueblo del pacto durante las setenta semanas de años, y su clímax al ser oprimidos cruelmente por el “príncipe que ha de venir” durante la semana décimo séptima de las setenta “semanas”, las cuales ya había predicho en el capítulo 8:9-13 y explicado en los versículos 19 al 25.[iv]

Tal cual hemos observado, Daniel 9:23-25 comienza las setenta semanas de años al momento cuando la “orden” fue dada en el cielo, en 537 a.c. De la misma manera, el contexto que identifica al sujeto (“él) del versículo 27 también identifica los sucesos de la historia que demarcan el cierre de ese período en la semana décimo séptima de las setenta “semanas”. Universalmente se entiende que el antecedente inmediato de un pronombre personal identifica a la persona a la cual se refiere a menos que el contexto inequívocamente lo designe de otra manera. Por lo tanto, el versículo 26 identifica cual es el antecedente inmediato del “él” del versículo 27, quien “confirmará el pacto con muchos” en la décimo séptima semana de las setenta “semanas” y hace “cesar el sacrificio y la ofrenda” durante la última mitad de la “semana”, como el príncipe impío “que ha de venir” – y ¡no el “Mesías Príncipe” de los versículos 25-26!

El capítulo 11:23 confirma el hecho que su alias, el último rey del norte, de hecho realiza tal pacto con “gente” aliados a él. Además, su fin tal cual se dispone en el versículo 27, “lo que está determinado se derrame sobre el desolador”, es el equivalente del rey-cuerno del capítulo 8:25 el cual es “quebrantado, aunque no por mano humana”, y al último rey del norte del capítulo 11 quien “llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude” (11:45).[v]

El capítulo 9:24-27 por tanto provee una explicación exacta pero mucho más amplia del capítulo 8:13-14 en torno a la pregunta y la respuesta de los sucesos entre la época de Daniel y “el tiempo del fin” “para muchos días” cuando “la visión de las tardes y mañanas” había de llegar a su cumplimiento (Daniel 8:17,26).[vi] Acaso ¿no es eso lo que Gabriel dijo era la intención de la audiencia de 9:24-27?[vii]

Tal cual es la perspectiva del la historia de la salvación según Daniel. A fin de comprender los capítulos 8 y 9 tal cual el cielo quisiera que los entendiéramos, necesitamos ponernos en las circunstancias históricas de Daniel y pasarles vista desde su perspectiva de la historia de la salvación. De esa manera podremos formar un entendimiento preciso de lo que le fue revelado.

La perspectiva de la historia de la salvación según Daniel

La perspectiva de la historia de la salvación según Daniel era un conjunto de las visiones de los capítulos 2 y 7, cada cual con su explicación, y el capítulo 8 con su explicación tri-partita en los capítulos 8, 9, y 11-12. Consistía de una serie de reinos universales[75] seguida por un período de desintegración y fragmentación,[76] el cual Gabriel le dijo a Daniel sería “tiempos angustiosos” (9:25).[77]

“Al tiempo señalado del fin… porque es para muchos días” – después de sesenta y nueve de las “setenta semanas de años”[78] – habría un “tiempo de angustia” sin precedentes para el pueblo de Dios durante el cual serían “pisoteados”, su poder quebrantado,[79] su tierra y ciudad devastada,[80] su lealtad y fidelidad a Dios puesta a prueba,[81] su pacto con él y su sistema prescrito de adoración abolido,[82] e instalado un sistema idólatra de adoración obligatorio.[83] Como resultado de este atentado de extinguir el conocimiento y la adoración al verdadero Dios, muchos judíos apostatarían y harían “pacto” con su opresor.[84]

El plazo de este tiempo de angustia del pueblo de Dios se manifiesta de varias maneras como (1) “tiempo, dos tiempos, y la mitad de un tiempo” = tres años y medio,[85] como (2) la segunda mitad de la décimo séptima de las setenta “semanas” = también tres años y medio,[86] y como (3) el tiempo durante el cual se hubieran ofrecido 2300 sacrificios vespertinos y matutinos = 1150 días literales = tres años, dos meses, y 10 días[87] dentro de los tres años y medio de “angustia”.[88]

Al término de este tiempo de angustia el Anciano de días se sentaría en juicio y “el fin señalado” sería derramado “sobre el desolador”, quien de tal modo “llegaría a su fin sin que tener quien le ayude” y sería “quebrantado” mas “no con mano humana”.[89] Simultáneamente, el santuario sería “restaurado a su debida condición”, el Anciano de días vindicaría a su pueblo fiel y les concedería un “reino eterno”, Miguel se levantaría para liberarlos, los muertos justos serían levantados para vida eterna, los “sabios” incluyendo a Daniel entrarían en su heredad eterna y resplandecerían como el resplandor del firmamento por los siglos de los siglos.[i]

Las profecías de Daniel ubican este tiempo de angustia (1) durante el “tiempo, tiempos, y medio tiempo” de Daniel 7:25, (2) cerca o “al fin” del “reino” de la época griega de los cuatro cuernos del capítulo 8:8, 21-23, (3) durante la segunda mitad de la décimo séptima de las setenta semanas del capítulo 9:24-27, y (4) durante el reino del último rey del norte del capítulo 11:20-45.

Obviamente la perspectiva de la historia de la salvación según Daniel difería en gran manera de la nuestra – ¡por más de dos mil años! Pero por la fiel palabra de su ángel tutor esa era la perspectiva desde la cual él y el ángel Gabriel divisaban el futuro. Es el idéntico formato que se expone en el Antiguo Testamento.* Ignorarlo o denegarlo es un grave quebranto del principio bíblico de sola Scriptura, con el decir que ¡ni Daniel ni Gabriel sabían de lo que hablaban! Es una parte importante del estudio bíblico a fondo de la Biblia leerla desde sus propias perspectivas de la historia de la salvación, a ¡fin de comprender y valorar su mensaje para nosotros en nuestra época!

La perspectiva de la historia de la salvación según Daniel explícitamente deja sin validez el historismo de la profecía vaticinadora. Además, su perspectiva era idéntica con la del Antiguo Testamento en su totalidad.[ii]

Cuatro errores de traducción en la King James Version que descarriaron a los pioneros adventistas

[Nota del traductor: Estos mismos errores se encuentran en la Antigua Versión de Reina-Valera. Al traducir los errores, usaré la antigua versión Reina-Valera. Cuando haya diferencia con la KJV, lo anotaré en nota del traductor].

Cuatro errores críticos en la KJV al traducir Daniel 8:14 y 9:25-26, los cuales William Miller y los pioneros adventistas obviamente desconocían, los desviaron sin que se dieran cuenta.[iii]

La traducción de Daniel 8:14 reza: “Hasta dos mil y trescientos días de tarde y mañana; y el santuario será purificado” [Nota del traductor: la KJV solo incluye la frase “Hasta dos mil y trescientos días”.] Aquí y en el capítulo 9 la KJV refleja incorrectamente el texto hebreo de Daniel en cuatro lugares particulares. En el hebreo original y en la NRSV [New Revised Standard Version] reza así: “Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será restablecido a su legítima condición”. [Nota del traductor: Véase La Biblia de las Américas en donde reza “Por dos mil trescientas tardes y mañanas; entonces el lugar santo será restaurado”.]

La palabra hebrea para “días”, yamim, no se encuentra en el texto hebreo de 8:14, el cual simplemente reza erev boquer, “tarde mañana.” “Días” es una interpretación, no una traducción. Cuando Daniel quería decir “días” fue consecuente y escribió “días”, yamim.[iv] Cuando las palabras erev y boquer ocurren en el contexto del santuario (como en 8:14), sin excepción alguna siempre se refieren a los servicios de adoración inmolando el sacrificio en la tarde o en la mañana o a algún otro aspecto del santuario y su ritual. Estos sacrificios se ofrecían tamid “regularmente” a la caída de la tarde y en la mañana al rayar el alba. Véase por ejemplo Éxodo 29:38-42 y Números 28:3-6. Erev a veces precede a boquer en vista de la costumbre hebrea que comenzaba el día con la puesta del sol. Erev se refería particularmente al ocaso asociado con la puesta del sol y boquer con el albor a la salida del sol, y no a las porciones de luz y oscuridad de un día de 24 horas.

La interpretación tradicional considera erev boquer, “tarde mañana” un término compuesto indicando un día de 24 horas. Pero de acuerdo al versículo 26 haerev we haboquer, “la tarde y la mañana”, son partes diferenciadas, tal cual lo requiere la repetición del artículo definido. La pregunta del versículo 13, y por tanto la respuesta del 14 ambas enfocan el santuario y la época durante el cual el sacrificio del holocausto contínuo (tamid) fue proscrito. De tal modo, erev boquer en el versículo 14 se ha de comprender en el marco de los ritos del santuario referente especialmente a la ofrenda del holocausto tamid (contínuo).

Obsérvese también que la pregunta del versículo 13, la cual responde la Inspiración con el versículo 14, pregunta por cuánto tiempo el tamid, o “la ofrenda regular del holocausto” ya mencionada en el versículo 11, sería “pisoteado”. En vez del tamid del versículo 13, sin embargo, el versículo 14 sustituye la expresión erev boquer, de tal modo llamando la atención al hecho que los dos son términos sinónimos para lo mismo, los servicios de adoración mediante el holocausto sacrificado al anochecer y al amanecer. De hecho, ambos términos aparecen juntos en los pasajes arriba mencionados con respecto a los dos servicios diarios de adoración. (En 8:11 y 14 la NRSV – correctamente—añade “ofrenda del holocausto” al término “contínuo”, tamid reconociendo que tamid se refiere a la ofrenda diaria del holocausto contínuo.)

La palabra tamid, “contínuo” (contínuamente) “regular” (regularmente) ocurre 104 veces in el Antiguo Testamento, 51 veces en relación al ritual del santuario, 53 de otras. Más de la mitad de las 51 veces en relación al santuario ocurren junto con la ofrenda del holocausto diario (32 de 52 veces); y 19 veces del pan de la presencia, el candelabro, y otros aspectos del santuario y sus ritos.

La palabra hebrea nitsdaq jamás significa “purificado”, tal cual la traduce la KJV [y la Antigua versión Valera]. Nitsdaq es la forma pasiva del verbo tsadaq, “estar en lo justo”, y quiere decir “reestablecido”, o como lo traduce el NRSV “restaurado a su debida condición”. Si Daniel hubiera querido decir “purificado” el hubiera usado la palabra taher, la cual sí quiere decir “purificado” y siempre se refiere a la purificación ritual en contraste a tsadaq, la cual siempre connota entereza moral.[v]

El tema de Daniel 8:14 es el significado de la adoración mediante los sacrificios, y no la manera correcta de realizarlos. Afirmaba la continua lealtad de Israel con Dios y compromiso a su relación en pacto con Él, al principio y al fin de cada día. La KJV [y la Antigua Versión Valera] fundamentaba su traducción de nitsdaq como “purificado” en la Vulgata latina, la cual reza mundabitur, y la griega Septuaginta, la cual reza katharisthesethai, las dos denotan purificación ritual, probablemente reflejando la purificación del templo después de que fue desecrado por Antíoquio IV Epifanio in 167 a.c., tal cual se registra en 1 Macabeos 4:36-54.[i]

“El Mesías el Príncipe” en Daniel 9:25 y “Mesías” en el versículo 26 respectivamente según la KJV, son una interpretación del texto hebreo, pero no una traducción del mismo. El texto hebreo reza “un ungido, un príncipe” o “un príncipe ungido” en 9:25 y “un ungido” en el versículo 26. En esto la KJV comete un doble error: (1) traduciendo el hebreo indefinido como definido, y (2) arbitrariamente identificando el príncipe ungido como Jesucristo. Este doble error automáticamente llevó a los pioneros adventistas a cometer un error peor en el versículo 27, el cual consideraremos a continuación.

Por cierto, la palabra del inglés [y también del español] “mesías” correctamente transcribe el griego messias, el cual a su vez transcribe el hebreo mashshiach, y la palabra del inglés “Cristo” traduce correctamente el griego messias. Pero los traductores de la KJV [y la Reina-Valera] no tenían ninguna razón legítima al traducir el hebreo indefinido como definido e señalar al príncipe ungido de Daniel 9:25 y 26 como Jesucristo.

La traducción del KJV de “siete semanas, y sesenta y dos semanas” en 9:25, las cuales indican un total de sesenta y nueve “semanas” entre “la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén” y la venida de su “Mesías el Príncipe”, equivoca a grosso modo el sintaxis hebreo del versículo 25.

El sintaxis del hebreo requiere que el período de siete semanas constituya el plazo de tiempo entre “la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén” y el “príncipe ungido” al cual se refiere. Además, las “sesenta y dos semanas” se refieren al plazo de tiempo de los “tiempos angustiosos” durante los cuales la “plaza” y “el muro” quedan en pie antes del maligno “príncipe que ha de venir” del siguiente versículo. La NRSV traduce el sintaxis del hebreo del versículo 25 correctamente: “…habrá siete semanas; y por sesenta y dos semanas [Jerusalén] será reconstruida…” [Nota del traductor: la versión en español Dios Habla Hoy rinde una traducción similar del 9:25: “Desde el momento en que se ordene restaurar y reconstruir Jerusalén, hasta la llegada del jefe consagrado, han de pasar siete semanas, y las calles y murallas reconstruidas de Jerusalén durarán sesenta y dos semanas”]. El versículo 26 confirma el hecho que las siete semanas y ls sesenta y dos semanas son dos plazos de tiempo particularizados, y no un solo período de tiempo en su conjunto. El uso del hebreo a lo largo del Antiguo Testamento confirma esta conclusión.

Los que formularon la interpretación adventista tradicional fueron descarriados por estos cuatro errores de la KJV. Si ellos hubieran escudriñado directamente del texto hebreo de Daniel, o una traducción correcta del inglés, jamás hubieran elucubrado la interpretación tradicional adventista.

Su segundo error fue adoptar una interpretación día-por-año de la interpretación bíblica. Ese pseudo-principio, inherente a la interpretación bíblica según el historismo, fue inventado en el siglo nueve por el erudito judío Najawendi, como un artificio para actualizar a sus días las profecías de Daniel. Los eruditos católicos posteriormente lo adoptaron y la utilizaron hasta que otros eruditos católicos, y después protestantes, señalaron al papado como el anti-Cristo de la profecía bíblica fundamentados en ese artificio. En consecuencia, los católicos romanos abandonaron el principio día-por-año, mientras que los protestantes lo retuvieron como prueba que Roma era “Babilonia”. Basta decir aquí, que no hay fundamento alguno en la Biblia para este susodicho principio.[i]

El contexto inmediato de Daniel 8:14

La visión del capítulo 8:1-12, la pregunta del versículo 13, y la explicación de los versículos 15 al 27 constituyen el contexto inmediato del versículo 14. De hecho el capítulo 8 identifica todos los cuatro elementos esenciales del versículo 14: (1) su santuario, (2) la razón por la que necesitaba purificación o ser “restaurado a su condición legítima”, (3) por cuanto tiempo había necesitado purificación o restauración, y (4) cuándo ocurriría esa purificación o restauración.

De acuerdo a los versículos 9-12, el críptico cuerno pequeño invade la “tierra deseable” y derroca al santuario ubicado allí – obviamente el santuario, o templo, en Jerusalén. El versículo 14 en sí particulariza el plazo de tiempo que el santuario quedaría derrocado y su holocausto continuo suspendido. Ese plazo sería el tiempo durante el cual 2300 “holocaustos continuos” normalmente hubieran sido ofrecidos. Siendo que cada día se ofrecían dos de esos sacrificios, eso sería 1150 días literales de 24 horas, o tres años, dos meses, y diez días. ¿Cuándo pasaría eso? Los versículos 21 al 25 especifican que todo eso, incluyendo la purificación o restauración del santuario a su legítima condición, ocurriría poco después el cierre de la era griega de los cuatro cuernos (helenista) de la profecía.

El versículo 13, la pregunta a la cual responde el 14, identifica las “tardes y mañanas” como el término equivalente al “holocausto continuo”.[1] La naturaleza de la purificación o restauración del santuario se explica en el contexto próximo del resto del libro de Daniel, el cual también identifica los otros sucesos que acompañan o prosiguen a su restauración.

Los versículos 11 y 12 del capítulo 8 atribuyen el acto de pisotear al santuario mencionado en los versículos 11-13 al críptico cuerno pequeño del versículo 8, a quien los versículos 21-23 identifican como “un rey altivo de rostro” y “el fin” de la sección de la época de los cuatro cuernos (griega) de la visión. En consecuencia, el contexto explícitamente identifica la restauración del santuario a su condición legítima en el versículo 14 como la eliminación del daño causado por el cuerno pequeño. El daño que será removido será la condición hollada y derrocada del santuario, y particularmente la remoción del “holocausto continuo” y la sustitución de la “prevaricación asoladora”[2] en su reemplazo.

La respuesta del versículo 14 sustituye la expresión “tardes y mañanas” por la pregunta del versículo 13 tocante al “holocausto continuo”, de esa manera los identifica como términos equivalentes para decir lo mismo. Con dos tales sacrificios por día, el tiempo durante el cual se ofrecerían 2300 sacrificios matutinos y vespertinos sería un período de 1150 días literales, o casi tres años y medio literales. El versículo 26 identifica el momento histórico cuando esto ocurriría como “el tiempo señalado del fin… en muchos días”, “al fin” del “reino” de los cuatro cuernos (helenistas) del macho cabrío.[3]

El contexto inmediato del versículo 14 – en sí el capítulo 8 – por tanto identifica todos los elementos esenciales del versículo, pero deja sin explicación la restauración del santuario a su “legítima condición” porque Daniel cayó enfermo.[4] Tal como se verá, los eventos asociados con esa restauración se revelan en otros pasajes de Daniel. La interpretación tradicional adventista de Daniel 8:14 la saca por completo del contexto inmediato en el cual Gabriel y Daniel la colocaron, en obvio quebranto del principio de sola Scriptura. El contexto próximo – Daniel 7,9, y 10-12 – esclarece aun más estos asuntos.

Daniel 9 es el contexto próximo y subsiguiente del 8:14

La interpretación tradicional adventista de Daniel 8:14 reconoce que hay una relación entre los capítulos 8 y 9, pero desatina en tres puntos cruciales de su contribución al contexto para precisar un entendimiento correcto de 8:14. Esta relación válida es evidente en vista de (1) el hecho que Gabriel todavía no había podido cumplir su cometido de explicar la visión del capítulo 8,[1] (2) que cuando él reaparece en 9:21-25 él convoca a Daniel a “entender” la visión, y (3) que su mensaje en 9:24-27 provee la precisa información necesaria a fin de complementar la explicación de 8:19-27 que tuvo que abandonar [por el malestar del profeta].

La interpretación tradicional supone que las 70 “semanas” de años en 9:24 constituyen los primeros 490 de sus 2300 erev boquer lucubrados como un número igual de años durante el cual se supone el santuario estaría desolado. Pero de acuerdo a 9:24-26 el santuario es restaurado y en pleno funcionamiento ¡durante las primeras 69 de las 70 “semanas”! ¿Cómo puede estar restaurado el santuario y en pleno funcionamiento[2] durante el mismo tiempo en que 8:13-14 lo tiene “desolado”? Esta paradoja sin salida, inherente e indispensable a la interpretación tradicional, ¡la convierte en un oxímoron!

La segunda anomalía contextual implícita y esencial a la interpretación tradicional es su identificación del davar , “palabra, orden”, que salió para restaurar y edificar a Jerusalén,[3] con el decreto de Artarjerjes Longimanus en 457 a.c. Pero ese decreto[4] no dice nada en cuanto a la reedificación de Jerusalén o el templo, el cual ¡ya había sido reedificado y en funcionamiento por 59 años![5]

Justo antes de la reaparición de Gabriel y el mensaje registrado en 9:20-27, Daniel había estado en oración a Dios suplicando que restaurara su santuario que ahora estaba en ruinas en Jerusalén.[6] Mientras Daniel oraba así, lo interrumpe Gabriel para informarle que un “davar” “palabra” (u “orden”, KJV) [RV] ya había salido, obviamente del cielo, en respuesta a su oración, y que él (Gabriel) ahora había venido a “declararla” a Daniel. De inmediato repite aquella “palabra” y la explica. Contextualmente, la “palabra” que “salió (motsa) para restaurar y edificar a Jerusalén” es la misma “palabra” que “salió” (yatsa) en respuesta a la oración de Daniel, y ¡se registra al pie de la letra en el versículo 24! Gabriel le da toda la seguridad a Daniel que ¡es Dios mismo y no ningún monarca terrestre, quien ya había contestado su ferviente oración! Obviamente esa “palabra” es tal que solo Dios mismo pudiera haber expedido y ¡no ningún monarca terrenal!

Con apoyo importante aun entre presuntos eruditos de renombre, la interpretación tradicional adventista identifica al personaje señalado por el pronombre “él” del 9:27 quien “hará un pacto firme con muchos” judíos renegados durante la décimo séptima de las setenta semanas, y “a la mitad de la semana” “hará cesar el sacrificio y la ofrenda”, como el “Mesías Príncipe” (KJV) [RV] de los versículos 25 y 26, refiriéndose a Cristo. Pero el antecedente inmediato del pronombre “él” en el versículo 27 es el maligno “príncipe que ha de venir” del versículo 26, y ¡no el príncipe ungido del versículo 25! Solo fiándose en la defectuosa KJV que identifica al príncipe ungido del versículo 25 como el Cristo, e identificándolo a Él como el “él” del versículo 27, puede la interpretación tradicional correr marcha atrás a fin de identificar al decreto de Artarjerjes Longimanus en 457 a.c. como el hito que marca el comienzo de las setenta “semanas” de años (y por ente también de los 2300 años). Además, el hebreo ein lo del versículo 26 (KJV “y no por sí” [RV], NRSV “nada tendrá” [SSE]) de hecho significa que el príncipe derrocado no tendrá sucesor. Por tanto, pedirle a él o su sucesor que reaparezca como el “él” del versículo 27 obliga a que el versículo 27 ¡contradiga al 26! ¡Otro oxímoron!

No obstante, cuando se identifica al “él” del versículo 27 como el maligno “príncipe que ha de venir” del versículo 26, se observa en el versículo 27 un paralelo exacto con la carrera del cuerno pequeño del capítulo 8, quien de igual manera “hace cesar el sacrificio y la ofrenda” y reemplazándolos con “la abominación desoladora”. Ha de recordarse, tal cual lo observamos anteriormente, que el ángel Gabriel particularizó que 9:25-27 es una explicación subsiguiente de la profecía del capítulo 8. A fin de cumplir con el paralelo, ahora él le dice a Daniel que “hasta que el fin decretado sea derramado sobre el desolador” (KJV), [hasta que una destrucción completa, la que está decretada, sea derramada sobre el desolador (LBLA)]. Esto es lo que el ángel previamente le había dicho (en el capítulo 8), que el rey de “rostro altivo” sería derrocado, “mas sin mano será quebrantado” [SRV].

Esta comprensión contextual de 9:27 automática y concluyentemente coloca las 2300 “tardes y mañanas” del 8:14, como el número de sacrificios que normalmente se ofrecerían, dos por día en el transcurso de 1150 días, dentro de los 1260 días, o los tres años y medio de la última mitad de la décimo séptima “semana” de años del capítulo 9 – “el tiempo señalado del fin” en la “última parte” de la época de los cuatro cuernos cuando el cuero pequeño de los versículos 9-13, 23-27 aparecen en el escenario profético en lo en la época de Daniel era “un futuro lejano”.

9. Fallas en la doctrina del santuario

No cabe duda de la sinceridad, esmero, e integridad de aquellos quienes formularon la interpretación tradicional adventista de Daniel 8:14. De igual manera es obvio que se guiaban por los principios fallidos del método de textos de prueba: (1) En cuatro ocasiones importantes adoptaron errores de traducción de la KJV [RV] en donde yerra al traducir el texto hebreo. (2) Ellos hicieron caso omiso por completo del contexto literario en el cual ocurre Daniel 8:14. (3) Igualmente desatendieron el contexto histórico particularizado por los primeros seis capítulos y el capítulo 9:1-19 del libro, dentro del cual se dan varias perícopas proféticas y a las que se aplicaban en particular. (4) No tomaron en cuenta la perspectiva de la historia de la salvación especificada por el libro (y todo el Antiguo Testamento), dentro del cual se encuentra Daniel 8:14 y al cual en lo particular lo aplica Daniel. Tal cual se expone en la sección anterior de este estudio, tanto el principio sola Scriptura y el método histórico requieren que se tome en cuenta estos factores.

Hoy, cualquiera que cometiera disparates exegéticos como estos sería automáticamente descartado como un erudito bíblico. Si los pioneros de nuestro mensaje hubieran seguido los principios del método histórico jamás hubieran llegado a sus conclusiones – y jamás hubieran pasado por el amargo chasco del 22 de octubre de 1844. Imitemos su sinceridad, fervor, y devoción a la Palabra de Dios, seamos fieles al mejor entendimiento que podamos adquirir hoy, ¡tal cual ellos lo fueron en su tiempo!

Cuando se comparan los requisitos exegéticos planteados en las dos secciones anteriores (7 y 8), la interpretación tradicional de Daniel desacata…

*el contexto histórico provisto por los capítulos 1 al 6 y 9:4-19, dentro del cual lo colocó la Inspiración – el punto histórico cuando las setenta semanas de exilio predichas por Jeremías llegaron a su fin y la era de la restauración estaba próxima por comenzar.

*la perspectiva de la historia de la salvación durante el tiempo de Daniel, y de la Biblia entera.
el texto hebreo de Daniel 8:14 y 9:25-26 en cuatro puntos principales, identificados en la sección 8 de arriba.

*el contexto inmediato de 8:14 mismo, el cual explícitamente identifica (1) el santuario mencionado en el versículo 14 como el mismo que los versículos 9 al 11 lo coloca en la “tierra deseable”, Judea; (2) la desolación del santuario causada por el cuerno pequeño en los versículos 11 al 13, y (3) el tiempo cuando ocurriría dicha desolación, al término de la era griega (helenista), en los versículos 21 al 23. En consecuencia, la referencia por analogía al santuario celestial de la Epístola a los Hebreos es improcedente.

*el hecho que 9:24-26 tiene al santuario restaurado y en plena función durante el mismo tiempo que 8:13-14 lo tiene desolado y fuera de función. Esta contradicción, inherente y esencial a la interpretación de Daniel 8:14 la cual requiere que las setenta semanas de años sean consideradas como el primer segmento de los 2300 “días”, se convierte en todo un oxímoron exegético.

La idea de un-día-por-año aplicada a la profecía bíblica aparece por primera vez en el siglo noveno. Un erudito Karaítico judío llamado Najawendi lo formuló a fin de relacionar el cumplimiento de las profecías de Daniel a sus propios días. En la modernidad, el apoyo en el “principio” de un-día-por-año de la interpretación de la profecía bíblica originó con (1) la traducción equivocada de la KJV del hebreo erev boquer (“anochecer amancer”) en Daniel 8:14 como “días”, cuando es un hecho que erev boquer es el equivalente contextual del “holocausto continuo” de la pregunta del versículo 13, a la cual responde la Inspiración con el versículo 14, y con (2) el empeño de correlacionar estos presuntos “días” con las “setenta semanas” de Daniel 9:24. La expresión “setenta semanas” sencillamente es la usanza del sistema judío de medir plazos de tiempo con jubileos, expresando 490 años como 49 jubileos, cada uno de sus “jubileos” abarca 49 años literales. No hay en absoluto ningún fundamento bíblico para citar a Daniel 9 como prueba de la idea de un-año-por-día.

Debiera observarse que los “días” de Números 14:34 durante los cuales representantes de las doce tribus espiaron la tierra de Canaán no fueron proféticos de los años a los que Dios sentenció a los israelitas a vagar por el desierto. Esos años fueron más bien, jurídicos, sentenciando a los incrédulos por su falta de fe en la promesa de Dios de darles la tierra de Canaán. Los 390 “días” de Ezquiel 4:6 durante los cuales Dios instruyó al profeta a reclinarse sobre un lado y luego sobre el otro, representaba un número igual de años de apostasía. Esos “días” de ninguna manera eran proféticos de los años pasados de apostasía.

Bajo el título “El Ministerio de Cristo en el Santuario Celestial” el artículo 23 [Nota del traductor: A partir de 2005 es el artículo 24] de las Creencias Fundamentales reza así, distinguiendo entre lo que con precisión refleja la Escritura y tiene relevancia bíblica en negrita, y la fallida doctrina del santuario en su desatinada interpretación de los pasajes bíblicos en letra corriente:


"Hay un santuario en el cielo, el verdadero tabernáculo que el Señor erigió y no el hombre. En él Cristo ministra en nuestro favor, para poner a disposición de los creyentes los beneficios de su sacrificio expiatorio ofrecido una vez y para siempre en la cruz. Llegó a ser nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó su ministerio intercesor en ocasión de su ascensión. En 1844, al concluir el período profético de los 2.300 días, entró en la segunda y última fase de su ministerio expiatorio. Esta obra es un jucio investigador que forma parte de la eliminación definitiva del pecado, tipificada por la purificación del antiguo santuario hebreo en el día de la expiación. En el servicio simbólico el santuario se purificaba mediante la sangre de los sacrificios de animales, pero las cosas celestiales se purificaban mediante el perfecto sacrificio de la sangre de Jesús. El juicio investigador pone de manifiesto frente a las inteligencias celestiales quiénes de entre los muertos duermen en Cristo y por lo tanto se los considerará dignos, en éI, de participar de la primera resurrección. También aclara quiénes entre los vivientes están morando en Cristo, guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, y en éI, por lo tanto estarán listos para ser trasladados a su reino eterno. Este juicio vindica la justicia de Dios al salvar a los que creen en Jesús. Declara que los que permanecieron leales a Dios recibirán el reino. La conclusión de este ministerio de Cristo señalará el fin del tiempo de prueba otorgado a las seres humanos antes de su segunda venida."

La primera parte de la declaración anterior refleja acertadamente la obra del ministerio de Cristo a nuestro favor desde su retorno al cielo hace ya casi dos mil años. La última parte no tiene base alguna en las Escrituras. A fin de estar en armonía con el principio de sola Scriptura debe ser tachada del resumen de las Creencias Fundamentales de los adventistas y reemplazada por una exposición más amplia del ministerio de Cristo tal cual se expone en la Epístola a los Hebreos.

El efímero cordón umbilical es indispensable para la vida antes del nacer, pero totalmente desechable de allí en adelante. ¿Pudiera ser que la doctrina tradicional del santuario fue un cierto tipo de cordón umbilical permitido por Dios a fin de reavivar la expectativa del advenimiento, pero una vez cumplida su función sería desechable? “El Hijo del hombre viene a la hora que no sabéis”, “La noche ha pasado, y ha llegado el día”, “vistámonos las armas de luz”. “¿Qué tales conviene que vosotros seáis en santas y pías conversaciones” “esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios”? Bien puede ser que Dios pasó por alto este defecto en su comprensión de Daniel 8:14 honrando su sinceridad, en vista que su amargo chasco del 22 de octubre 1844 resultó en el gran despertar del advenimiento. Hace mucho Jesús encomendó a sus discípulos: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir”.

La razón fundamental por su amargo chasco fue que no se percataron del hecho que, cuando Daniel recibió la profecía, la visión profética dirigía su mirada hacia el futuro aplicándola particularmente a los judíos cautivos en Babilonia anticipando su retorno a la tierra prometida, y al plan divino para ellos el cual hubiera culminado en el establecimiento del eterno reino de justicia desde la antigüedad. Esto es obvio cuando se toman en cuenta las circunstancias históricas del tiempo de Daniel y su perspectiva de la historia de la salvación, todas las que se esclarecen en el mismo libro. La suposición que Daniel 8:14, cuando fue escrito, anticipó sucesos de nuestro tiempo fue la causa fundamental del error de 1844 y el consiguiente chasco. Los chascos seguirán inevitablemente hasta que este error sea reconocido y corregido, y se abandone el principio del historismo sobre el cual se fundamenta.








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[2] Versículos 11-12.
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[i] El concepto profético de un día-por-un-año-literal originalmente fue ideado por el erudito Karaítico judío Najawendi en el siglo nueve a fin de señalar a los sucesos de su época como el cumplimiento de las profecías de Daniel. La idea que este “principio” opera con respecto a las setenta “semanas” de años de Daniel 9 ignora el hecho que allí se aplica el antiguo sistema judío de medir el tiempo según el número de años de jubileo, y no el tal mentado “principio” de un día-por-año. El antiguo Libro Judío de los Jubileos utiliza este sistema de medir el tiempo muchísimas veces a fin de asignar fechas a los eventos en la historia judía. Véase el capítulo 15, “La interpretación judía de Daniel”, en mi Escatología de Daniel para ver un número de ejemplos consecuentes del Libro de Jubileos. Véase también Abba Hillel Silver, Una Historia de la Especulación Mesiánica en Israel, pp. 52-255, 208; Le Roy Edwin Froom, La fe profética de nuestros padres, tomo 1, p. 713; tomo 2, p. 196.
[i]



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* Mi artículo “El papel de Israel en la profecía del Antiguo Testamento” en el tomo 4 del Comentario Bíblico Adventista (páginas 25-38, en inglés) clasifica y resume unas cinco mil citas del Antiguo Testamento relacionadas a la relación de Dios con Israel bajo el pacto, incluyendo la perspectiva de la salvación del Antiguo Testamento, el cual culminó cuando vino el Mesías y estableció su reino eterno de justicia o poco después del término de la época del Antiguo Testamento. Estas cinco mil citas las acumulé durante el transcurso de varios años cuando enseñaba la materia Los Profetas del Antiguo Testamento en Pacific Union Collage durante las décadas de 1940 y 1950. La oración parentética en la página 38, “Esta regla no se aplica a las porciones del libro de Daniel que el profeta fue encomendado a cerrar o sellar, o a otros pasajes cuya aplicación la Inspiración pudo haber limitado exclusivamente para nuestra época”, fue añadida por F.D. Nichol durante el proceso de redacción. Él personalmente estaba de acuerdo con todo en el artículo y no le hizo cambios, pero temía la reacción adversa que habría ante el Comentario a menos que tuviera esta salvaguardia.
[i] Daniel 7:22, 27; 8:14; 12:1-3, 13-14.
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[79] Daniel 7:21, 25; 8:10, 13, 24-25; 9:26; 12:1, 2, 7.
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1 Comments:

Blogger Caleb Cachay Acuña said...

estimados amigos disculpen pero tienen muchas incoerencias.
con el proposito de atacar la doctrina adventista sobre Daniel 8: 14 han dejado atraz una explicacion biblica.
hay muchas preguntas que quisiera que me respondan. pero si estan dispuesto addemostrar que es correcto lo que dicendo.solo si me envian un e-mail: celvaliente@hotmail.com

4:06 p. m.  

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