El Evangelio Eterno

Jesucristo es el evangelio de Dios. Él conquistó la muerte y todo mal con su gran amor demostrado en la cruz. Todo el que cree en él para salvación recibe gratuitamente los logros de su gran victoria sobre el pecado y la muerte. Pasamos eternamente de muerte a vida. ¡Alabado y glorificado sea el nombre del Señor Jesús!

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viernes, septiembre 15, 2006

La Epístola a los Hebreos: "El Cántico del novio", v. 2

Hebreos 1:2

επ εσχατου των ημερων τουτων ελαλησεν ημιν εν υιω ον εθηκεν κληρονομον παντων δι ου και τους αιωνας εποιησεν

Habiendo llegado estos días finales ha hablado a nosotros en [el] Hijo, quien ha designado el heredero de todas las cosas, mediante quien hizo también los siglos;

La idea que expresa la estructura gramatical de esta oración es que "el tiempo final nos ha sobrevenido en estos días". La palabra que el autor usa es "eschaton". Este adjetivo describe el extremo final de algo, no importa si es de tiempo o de espacio. En cuanto al tiempo, es el punto final de la historia humana. El "eschaton" es lo último, cuando todo está por terminar. En ese determinado momento es cuando Dios se manifiesta en toda su plenitud, y en toda claridad. El autor quiere dejar en claro que ya no estamos viviendo en la antigüedad, ni en tiempos pasados. Estamos viviendo en el término extremo del tiempo. Lo que fue útil para los que vivían en la antigüedad ya no es útil para los que vivimos en el último extremo del tiempo. Se necesita una revelación especial y plena.

Esta plena revelación de la presencia de Dios se ha hecho manifiesta "en Hijo". Aquí el autor no usa el artículo definido "el" para introducir al "Hijo". El artículo se omitía en el idioma griego cuando se quería llamar la atención a la particularidad del sujeto. El autor destaca la particularidad de Cristo como aquel quien en carne propia manifiesta la palabra de Dios a la humanidad. La palabra de Dios se ha vaciado en vivo y plenamente en el Hijo, de tal modo que el que ha visto al Hijo, ha visto al Padre (Juan 1:18; Juan 14:9). En contraste a “los profetas” quienes habían sido los que en la antigüedad habían hablado en retazos, el Hijo es Dios hecho manifiesto.

El Hijo ha sido designado el propietario, el dueño, de todas las cosas. El énfasis no es que él es el heredero, sino que todas las cosas son suyas, le pertenecen a él, se le han entregado por decreto divino a él. Por lo tanto, él las recibe en calidad de heredero.

El Hijo fue el instrumento de Dios en la creación del universo (Juan 1:1-3). Ahora ya no es instrumento sino poseedor de toda la creación. La palabra que el autor usa aquí para creación, no describe la creación material o del espacio, sino la creación del tiempo en particular. La palabra es "siglos" o “edades”. Él creó los siglos y todo lo que los siglos contienen, incluyendo el espacio del tiempo, y toda la materia que ocupara el espacio del tiempo. Él no solamente es el creador de los siglos sino también el que posee por designación divina todo el tiempo incorporado por los siglos de los siglos. Toda la eternidad es de él. Todo lo que es tiempo queda también consignado a él. En sus manos horadadas se entrega todo el pasado, el presente, y el futuro. Él ahora llena el pasado con su presencia y por lo tanto la historia humana adquiere el significado de su presencia. Lo que en el pasado fue fragmentado, ahora él lo unifica y lo llena por completo. No se trata de que él es un eslabón más en la revelación fragmentada del pasado. Él ahora se convierte en el pasado de toda la humanidad. Todo lo dado a la humanidad en el pasado se comprende en toda su plenitud, y se reviste de su plenitud. De parte de la humanidad, él ahora representa todo el pasado de la humanidad ante la eternidad de Dios. Cristo Jesús es el Cordero de Dios inmolado desde antes de la fundación del mundo (Apocalipsis 13:8).

Él no es solamente el pasado colectivo de la humanidad. Él también es el pasado de todo individuo ante Dios. El pasado de él es ahora mi pasado. Todo lo que él fue antes de su encarnación es ahora mi pasado. Todo lo que él es ahora ante Dios es ahora mi presente. Todo lo que él será para siempre ante Dios será mi futuro para siempre. Jesús es el Señor del tiempo, y todo lo que él es le da valor y significado al tiempo. El tema de Jesús como el significado del tiempo en todas sus formas y símbolos se desarrollará más ampliamente en Hebreos 3 y 4.