El Evangelio Eterno

Jesucristo es el evangelio de Dios. Él conquistó la muerte y todo mal con su gran amor demostrado en la cruz. Todo el que cree en él para salvación recibe gratuitamente los logros de su gran victoria sobre el pecado y la muerte. Pasamos eternamente de muerte a vida. ¡Alabado y glorificado sea el nombre del Señor Jesús!

Nombre: www.exadventista.com
Ubicación: United States

viernes, septiembre 15, 2006

Epístola a los Hebreos: "El Cántico del Novio", 1:5

τινι γαρ ειπεν ποτε των αγγελων υιος μου ει συ εγω σημερον γεγεννηκα σε και παλιν εγω εσομαι αυτω εις πατερα και αυτος εσται μοι εις υιον

Porque, ¿a cuál ángel en particular, en algún momento en el pasado, dijo “Mi hijo eres tu, YO hoy te engendré”? Además, ¿“Yo seré con él como padre y él será hacia mí como hijo”?

Los ángeles, como grupo de seres celestiales, reciben el nombre de “hijos del Poderoso” (Salmo 29:1). Es un precioso nombre que los designa en una categoría muy especial ante Dios como sus hijos. Pero el argumento que nuestro autor presenta a los lectores es que a ningún ángel en particular, Dios lo designa como “su Hijo”. La relación de Dios hacia Jesús de Nazaret es tal que Dios lo aclama como su Hijo. Además, el pronombre “YO” que se refiere a Dios, es el pronombre que se usa en el griego cuando se quiere enfatizar la importancia de la persona. Es el divino “YO”, el santo e infinito Dios todopoderoso, eterno y divino en su naturaleza, que reclama a Jesús como su Hijo.

En la cultura hebrea antigua, los “hijos” podían ser los nietos, biznietos, y aun hasta generaciones más lejanas. La razón es porque esos descendientes retenían la sangre, la misma sustancia, de sus progenitores. Un hijo era hijo si tenía la sangre de su progenitor. En primer lugar era hijo en virtud a la sangre, a lo que ellos llamaban la simiente, del progenitor. Era hijo en virtud a su sangre que lo unía a su progenitor, y no sencillamente por haber sido engendrado por su progenitor. Con tal que el descendiente tuviera su sangre, era hijo de un progenitor anterior. Es por eso que a los reyes de Israel que eran descendientes de David se les llamaba “hijos de David”.

Toda esta frase “Mi hijo eres tu, YO hoy te engendré”, es una cita directa del Salmo 2:7. Este es un salmo que anuncia el Mesías, de tal modo a quien Dios aclama como hijo es a la persona de Jesucristo. El significado de la frase es que Dios declara que aun en su encarnación, Jesús de Nazaret sigue siendo “mi hijo”, o de la misma sustancia y naturaleza que la Deidad. Esa relación de padre e hijo señalaba no solamente a la unión espiritual entre Jesús y la Deidad, sino que Jesús era señalado como perteneciente a la naturaleza divina, de la misma esencia y sustancia que la eterna Deidad. Como verdadero padre, Dios Padre reconoce y reclama a su Hijo como suyo, porque aun en el despojamiento de Cristo de su lugar en la Deidad, retiene su esencia y sustancia divina de puro y eterno amor.[1]


[1] Filipenses 2:7.