El Evangelio Eterno

Jesucristo es el evangelio de Dios. Él conquistó la muerte y todo mal con su gran amor demostrado en la cruz. Todo el que cree en él para salvación recibe gratuitamente los logros de su gran victoria sobre el pecado y la muerte. Pasamos eternamente de muerte a vida. ¡Alabado y glorificado sea el nombre del Señor Jesús!

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viernes, septiembre 22, 2006

Hebreos 1:6 "El Cántico del novio en Hebreos 1"

Hebreos 1:6

οταν δε παλιν εισαγαγη τον πρωτοτοκον εις την οικουμενην λεγει και προσκυνησατωσαν αυτω παντες αγγελοι θεου

Consideren nuevamente que cuando presenta al primogénito a los moradores del mundo, dice “Póstrense ante él todos los ángeles de Dios”.

Algunos han pensado que ésta y otras referencias a Jesús como el “primogénito de Dios” comprueban que Jesús no es un ser eternamente divino. Se alega en base a estos textos que Jesús es un ser creado pero Dios lo designó como un ser divino. En otras palabras, mediante el poder y la voluntad de Dios, Jesús fue concebido y creado como un ser humano. Por tanto, Jesús recibe el título del “primogénito” de Dios. No obstante el uso de la palabra “primogénito” manifiesta totalmente lo contrario.

Cuando Dios introduce o presenta el Hijo a los moradores de la tierra, Dios recalca la divinidad del Hijo al presentarlo no solamente como Hijo sino como “Primogénito”. Dios quiere que no exista duda alguna del linaje divino de Jesús. No solamente es Hijo, sino Primogénito. El título “Primogénito” recalca la relación Padre e Hijo resaltando que ambos son de la misma esencia y sustancia.

El segundo énfasis radica en el mandato dado por Dios a los ángeles cuando él presenta a Jesús, su Primogénito: “Adórenle todos los ángeles de Dios”. Dios no daría un mandato de que seres creados adoren a otro ser creado. Dios solamente daría el mandato de adorar a Dios.[1] Un mandato de adorar a cualquier cosa creada sería contrario a la naturaleza de Dios.[2] Precisamente debido a la esencia divina de Jesús es que Dios expide el mandato a toda la hueste angelical que adoren a Jesús, aun en su estado encarnado en el recién nacido de Belén.

El autor de Hebreos toma las palabras proféticas del Salmo 97:7, “Adórenle todos los ángeles de Dios”, y las aplica a la encarnación de Jesucristo. Cuando un ángel anunció a los pastores de Belén el nacimiento del Mesías, San Lucas registra que “repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:13,14). Estas exclamaciones de alabanza no han de confundirse. Las alabanzas y la gloria a Dios que rindió la hueste angelical se dirigían tanto a Dios en las alturas como también al Dios en el pesebre que traía la paz y buena voluntad divina hacia todos los moradores de la tierra.

Toda la hueste angelical rindió alabanzas a Jesús de Nazareth en el pesebre, por mandato de Dios Padre. Esa orden de adorar al Hijo recién nacido indica la más profuna y reverente adoración. El verbo “adorar” según se usaba en la cultura oriental de aquella época indica arrodillarse y luego inclinarse hasta tocar el suelo con la frente rindiendo la más sagrada reverencia. El mandato de la Deidad dado en el Salmo 97:7 a todos los ángeles de Dios se cumplió cuando el recién nacido Jesús, en la pobreza del pesebre, recibió la más profunda y tierna reverencia de todas las huestes celestiales. ¡Estaban adorando a Dios hecho carne! ¡Tal cual fue, es y será la exaltada grandeza de Jesús de Nazareth, Hijo de Dios, e Hijo del hombre!
[1] “Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Mateo 4:10).
[2] Éxodo 20:3-6.

2 Comments:

Blogger sanadoctrina said...

hola!

QUIEN ES JESUCRISTO????

GRACIAS!

PUEDES EXPLICARME??

12:16 p. m.  
Blogger Andrés Vargas said...

llevandoelevangelio.blogspot.com

9:41 a. m.  

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