El Evangelio Eterno

Jesucristo es el evangelio de Dios. Él conquistó la muerte y todo mal con su gran amor demostrado en la cruz. Todo el que cree en él para salvación recibe gratuitamente los logros de su gran victoria sobre el pecado y la muerte. Pasamos eternamente de muerte a vida. ¡Alabado y glorificado sea el nombre del Señor Jesús!

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lunes, diciembre 04, 2006

Hebreos 2:2-4 "¿Cómo escaparemos si tan grande salvación la tenemos por menos?"

2. ει γαρ ο δι αγγελων λαληθεις λογος εγενετο βεβαιος και πασα παραβασις και παρακοη ελαβεν ενδικον μισθαποδοσιαν 3. πως ημεις εκφευξομεθα τηλικαυτης αμελησαντες σωτηριας ητις αρχην λαβουσα λαλεισθαι δια του κυριου υπο των ακουσαντων εις ημας εβεβαιωθη 4. συνεπιμαρτυρουντος του θεου σημειοις τε και τερασιν και ποικιλαις δυναμεσιν και πνευματος αγιου μερισμοις κατα την αυτου θελησιν

2. Porque si la palabra hablada por los ángeles fue confiable, y cada trasgresión y cada vez que no hicieron caso tuvo su merecida recompensa, 3. ¿Cómo escaparemos si tan grande salvación la estimamos por menos? La cual desde el principo la tomó el Señor pregonándola a los que la escucharon, fue confirmada ante nosotros 4. Dios mismo juntamente testificando con maravillas y prodigios y diversos portentos y el Espíritu Santo dotando según su voluntad.

El centro de este pasaje es la pregunta del v. 3, que comúnmente se ha traducido "¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?"

Es una pregunta que implica inescapables consecuencias. Sin embargo presenta una noción un tanto confusa de la salvación. Dice que la salvación es "tan grande". Pero por otro lado, implica que nos podemos escapar de esta salvación si la descuidamos. Pero el conflicto está en que en vez de presentar una noción "tan grande" de esta salvación, presenta lo opuesto. Si es que nosotros nos podemos escapar de esta salvación al descuidarla, entonces esa salvación no es en realidad "tan grande". Es "grande", pero fácil de eludir. Esta interpretación del texto ha presentado dificultades para los creyentes.

Por otro lado, la pregunta implica una motivación nacida del temor y no del amor para aceptar la salvación que Cristo nos da. "¿Cómo escaparemos si descuidamos una salvación tan grande?" Si la salvación se pierde con tan solo un descuido, pues entonces no escaparemos el castigo, por lo tanto hay que aceptar la salvación para escapar el castigo. Sin embargo, este concepto de la motivación por aceptar a Cristo, no concuerda con el testimonio de otras escrituras: "Si yo fuere levantado [en la cruz] a todos atraeré a mi mismo" (Juan 12:32). "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor. Nosotros amamos, porque El nos amó primero" (1 Juan 4:18,19).

Entonces, ¿hay manera de comprender esta pregunta a la luz del evangelio? Hay que recordar que la escritura es su mejor intérprete, y que toda escritura señala a la persona de Cristo y a su gran amor. Así es aquí en Hebreos 2:2-4. Esta escritura tiene su sentido y significado en la gran revelación del amor del Señor Jesús.

El v. 2 es la introducción al v. 3. La pregunta del v. 3, "¿Cómo escaparemos...?" no se puede entender aparte de su conexión con el v. 2. El versículo 2 es una continuación de todo el argumento del autor en el capítulo 1: La revelación dada en el Hijo es mayor a la revelación dada a los ángeles. Sin embargo, el autor no desestima la revelación dada a los ángeles. Esa revelación fue confiable como la voluntad de Dios para Israel. Fue confiable porque señalaba la venida del Mesías. La revelación dada a los ángeles estaba repleta de símbolos que anunciaban la obra redentora del Mesías, la obra del Hijo, la revelación mayor. La revelación dada a los ángeles también demostraba la relación de Dios con la humanidad sin la obra redentora del Mesías: "cada transgresión y cada vez que no hicieron caso tuvo su merecida recompensa".

Por eso, la pregunta del autor en el v. 3 está directamente conectada al v. 2: "¿Cómo escaparemos si tan grande salvación la estimamos por menos?" La pregunta compara la revelación dada mediante el Hijo a la previa revelación dada a los ángeles. ¿Cómo escaparemos las consecuencias si la revelación dada al Hijo la estimamos de menor valor que la revelación dada a los ángeles? La pregunta presupone la comparasión entre las dos revelaciones. No es que ahora vamos a "descuidar" la revelación dada en el Hijo. Ese no es el blanco al cual le quiere dar el autor con su pregunta. Su objetivo es de seguir la comparasión entre las dos revelaciones, y luego dirigir esa penetrante pregunta: "Si la revelación mayor y absoluta dada en el Hijo la tenemos por debajo en valor a la revelación dada a los ángeles, no nos queda más que esperar las mismas consecuencias de castigo que recibieron los que desobedecieron la primera revelación. De las consecuencias de no hacer caso a esa revelación no hubo escapatoria. ¿Cómo pues habrá escapatoria si la revelación mayor ni siquiera la tenemos por igual sino hasta por debajo en valor de la antigua revelación?" Tal cual la traducción literal de griego que aparece arriba, la pregunta del texto es: "¿Cómo escaparemos si tan grande salvación la estimamos por menos?"

Para muchos, esta manera de entender esta penetrante pregunta del autor será algo novedoso, y tal vez un tanto difícil de comprender. Por lo general las versiones modernas han traducido el griego de esta pregunta de otra manera: "¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? (LBLA)". La diferencia entre la pregunta según aparece en la traducción literal que se ofrece arriba y las traducciones más comunes (inclusive en la mayoría de las lenguas modernas) está en la traducción del verbo "amello" (griego). Este verbo se traduce comunmente "descuidar" o usando el derivativo del latín (neglexerum), ser negligentes (inglés, portugués, francés). La única versión que apunta a una traducción diferente (en español) es la versión que reza así: "¿cómo escaparemos nosotros, si tuviéremos en poco una salud tan grande? (SE)" Aquí amello se traduce "tener en poco" en vez de "descuidar". Esta última traducción apunta hacia el verdadero significado de la palabra en griego: "menos-preciar", o "des-estimar", o "sub-estimar". Es decir, la traducción de "descuidar" es un resultado de "menos-preciar" o "sub-estimar". Algo que se "aprecia por menos", se "desestima", o se "subestima" al fin y al cabo se descuida, porque se le considera de poco valor.

Sin embargo, el significado preciso y original, confirmado por el contexto del v. 3, es "estimar menos que", "subestimar", "menos-preciar" (apreciar por un valor menos al que debe tener o el valor en comparación a otra cosa).

Esta traducción de "amello" aquí en Hebreos 2:3 se confirma por el mismo uso de "menos-preciar" o "sub-estimar" que lleva en Mateo 22:5. En este texto se encuentra esta palabra para describir lo que los invitados a las bodas del hijo del rey hicieron con la invitación: la "menos-preciaron". Estimaron la invitación del rey a su gran cena, la cena que el rey había preparado para las bodas de su hijo, por menor a sus propios intereses: cuidar de su propios bienes y atender a sus propios negocios:

(1) Jesús comenzó a hablarles otra vez en parábolas, diciendo: (2) El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete de bodas para su hijo. (3) Y envió a sus siervos a llamar a los que habían sido invitados a las bodas, pero no quisieron venir. (4) De nuevo envió otros siervos, diciéndoles: 'Digan a los que han sido invitados: "Ya he preparado mi banquete; he matado mis novillos y animales cebados, y todo está preparado; vengan a las bodas"'. (5) Pero ellos lo menospreciaron y se fueron: uno a su campo, otro a sus negocios.

En el v. 5, la palabra que generalmente se traduce "no hicieron caso", se traduce con mayor exactitud "lo menospreciaron", o "sub-estimaron", o "desestimaron". En otras palabras los invitados estimaron la invitación del rey a las bodas de su hijo por debajo de sus propios intereses y negocios. Hicieron una comparasión de la importancia de las dos cosas para sus vidas: la invitación del rey vs. sus propios negocios. Al comparar, menospreciaron la invitación del rey y valoraron más sus propios intereses. Pensaron que a la larga les iba a ir mejor con las obras de su labranzas y sus negocios que acogiéndose a la generosa y gratuita invitación del rey a las bodas de su hijo. Desvalorizaron la invitación del rey ante sus propios intereses. Ese es el sentido de la palabra griega "amello", la misma palabra que se usa en Mateo 22:5 y en Hebreos 2:3.

Por lo tanto, en Hebreos 2, el autor compara la antigua revelación por medio de los ángeles dada a Moisés con la perfecta y completa revelación dada "en estos últimos días" en el Hijo. En 2:2, el autor avala que la antigua revelación era confiable, y transgedirla y no hacerle caso tenía sus justas consecuencias. Apoyándose en el valor de la primera revelación, el autor ahora pasa a sobrepesar el valor de la nueva revelación en el Hijo comparándola a la antigüa: "¿Cómo escaparemos nosotros si la nueva revelación dada en el Hijo la ponemos por debajo de la antigua?"

La pregunta es rétorica, pues la respuesta es obvia. No escaparemos, pues al poner a la nueva revelación por debajo de la antigüa revelación dada a Moisés quedaremos sujetos a los mismos castigos que provenían al transgedir y hacer caso omiso a esa antigüa revelación. Al subestimar la nueva revelación, no había ganancia alguna. No había escape de aquellos mismos castigos que se daban en merecida recompensa.

Pero con la nueva revelación no es así. Esta nueva revelación en el Hijo es "tan grande". De tal modo que es fuerte, poderosa, soberana. Más bien, todo aquel que mediante la soberana gracia de Dios recibe esta revelación del Cristo de Dios llevando nuestros pecados en la cruz, no hay escapatoria de tal salvación. El argumento del autor implica otra pregunta: "¿Cómo escaparemos de tan grande salvación?" De la antigüa revelación no había escapatoria de sus castigos. De la nueva revelación en el Hijo no hay escapatoria de su gran potencia para salvar.

(37) Todo lo que el Padre me da, vendrá á mí; y al que á mí viene, no le hecho fuera. (38) Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, mas la voluntad del que me envió. (39) Y esta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que todo lo que me diere, no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero. (40) Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero. (Juan 6:37-40).