El Evangelio Eterno

Jesucristo es el evangelio de Dios. Él conquistó la muerte y todo mal con su gran amor demostrado en la cruz. Todo el que cree en él para salvación recibe gratuitamente los logros de su gran victoria sobre el pecado y la muerte. Pasamos eternamente de muerte a vida. ¡Alabado y glorificado sea el nombre del Señor Jesús!

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jueves, julio 27, 2006

Los Evangelios no son proverbios con moralejas

El cristianismo acutal - no importa el nombre que tenga - lee los evangelios como si estuviera leyendo el libro de los Proverbios o Eclesiastés.

Es decir, toma los evangelios como si fuera un libro de moralejas dictadas por los mismos labios de Jesús. Moralejas hasta mejores que las de las del Antiguo Testamento porque fueron dadas por el mismo Jesús. Inclusive los eventos y sucesos en la vida de Jesús son interpretados como si tuvieran cierta moraleja ética o enseñanza de algún comportamiento que tendríamos que imitar en la vida de Jesús. De allí que hay toda una ética cristiana basada en "¿Qué es lo que haría Jesús?"

Esta misma manera de pensar pone toda el peso de la enseñanza teológica en los escritos de Pablo. Pablo es el teologo. Sus escritos explican el evangelio.

Pero debido a que los evangelios se consideran de mayor peso que los escritos de Pablo, y los evangelios son moralejas éticas, la tendencia es tratar de acoplar los escritos de Pablo a las supuestas moralejas de los evangelios.

De allí que el cristianismo contemporaneo se ha dado a conocer como la más alta ética moral que dicta alguna norma o reglamenta de alguna manera toda posibilidad de comportamiento humano.

El cristiano que quiere dar testimonio de Cristo trata de vivir y predicar una ética moral que condena todo posible mal personal, social, y político. La gran buena nueva de este cristianismo es que su ética es mayor que la ética de cualquier otra religión, filosofía, o manera de pensar.

La ética del evangelio es una ética divina, infinitamente más pura y llena de amor que cualquier ética humana.

La ética del evangelio es la ética divina en la cual Dios proveé enteramente para la necesidad humana. Todo lo que el ser humano perdió en Adán se restaura en Cristo. Adán despojó a toda la humanidad de la rectitud necesaria para convivir ante la presencia de Dios. Cristo con su vida proveé de rectitud a toda la humanidad para volver a vivir ante la presencia de Dios. Por gracia. Es un don de amor. Se recibe por la fe.

Es la ética de Dios. Devuelve bien por mal.

Es la buena nueva. Es el evangelio. Es lo que hizo Cristo Jesús con su vida, muerte, y resurrección.

Alabado sea el Señor en toda su majestad y para siempre.

miércoles, julio 26, 2006

Las visiones de Elena White en contexto médico

El siguiente link va a un estudio realizado hace pocos años por un neurólogo que analizó la experiencia de las visiones de Elena White en su contexto médico.

Como seguidores de Cristo es imprescindible saber y conocer la verdad, porque la verdad nos libertará. La verdad en Cristo nos hace libres para seguirlo y amarlo más, adorarlo más, sin las cadenas y camisas de fuerza que nos impone la falsedad.

http://ellenwhite.org/espanol/headinjury.htm

Que la verdad en Cristo nos restaure el amor y nuestra dignidad en Cristo Jesús,

Haroldo Camacho

Diferencias en Eventos

Un hermano pregunta lo siguiente,

"Estimado hermano hroldo, me gustaría saber porque en mateo 21, aparece el sucesode la maldición de la higuera, despues de lapurificación del templo, y en marcos 11, se registra como un evento anterior a la purificación del templo."

Apreciado hno.,

Esta no es la única ocasión en la que se encuentran diferencias en los recuentos de los sucesos de la vida de Jesús en los evangelios.

Según los estudiosos de la historia del Nuevo Testamento, el evangelio según San Marcos fue el primero en recopilar los eventos. Mateo y Lucas se apoyaron en Marcos. Lucas no fue testigo ocular, pero Marcos y Mateo fueron discípulos oculares.

Damos por sentado que el Espíritu Santo guió la mente y la recopilación de los datos, y la memoria de los evangelistas. No todos los testigos oculares recordarán el mismo incidente de la misma manera. Por lo visto, los evangelistas recopilaron sus memorias y las memorias de otros en segmentos llamados "perícopas". Cada evangelio es una cadena de "perícopas", y hay un hilo muy especial que une la una con la otra hasta llevar al lector a los sucesos de la pasión de Cristo en su angustia llevando nuestros pecados, en su muerte en la cruz, y su gloriosa resurrección.

Esa cadena de perícopas tiene su lógica en exaltar la persona de Cristo. Al leer esas cadenas de perícopas uno se da cuenta que la intención de los autores no era una narración exacta de la vida de Jesús, sino hilar los eventos de tal modo que se viera la vida perfecta de Cristo vertida a favor de los pecadores en la cruz. Las perícopas proveen eslabones en la cadena en la que se prepara a Cristo para su sacrificio.

Con esos principios en mente, se puede ir a los evangelios. Por lo tanto le doy esta tarea: Regrese a su pregunta y trate de ver de qué manera cada evangelio, en este caso Mateo y Marcos, llevan la vida de Jesús a su sacrificio.

La purificación del templo se debe entender que Cristo purificaba al templo, que representaba su cuerpo, de todo aquello que pudiera dar a entender que la salvación fuera por las obras de la ley, en vez de su perfecto sacrificio. Del templo tenía que salir todo aquello que el pecador pudiera aferrarse para presentarse ante Dios: mejores sacrificios, más costosos, con mejor dinero, mayor esfuerzo para adquirir y presentar a Dios. Cristo quería sacar todo aquello del templo que pudiera manchar la perfección de su vida con la imperfección de la ofrenda humana.

La higuera, símbolo de Israel, fue maldecida en Marcos antes de la purificación del templo, y en Mateo después, porque tanto como antes como después se negó a fiar en el perfecto sacrificio de Cristo.

Es una gran enseñanza para la iglesia cristiana de hoy. La iglesia cristiana recibe bendición cuando se fía en los méritos de la vida de Cristo, y la perfección de su sacrificio para obtener la salvación. De otra manera es "anatema" predicando el evangelio de los cambistas que estaban dentro del templo, vendiendo el sacrificio y la obediencia humana.

El que tiene oídos para oir, que oiga.

martes, julio 25, 2006

El Río Jequetepeque - ¡Cristo viene, prepárate!

Un hermano del Perú me preguntó en un comentario si le recuerdo después de hace muchos años cuando trabajé en el Perú:

"Hola Haroldo, me alegra ubicarlo en el tiempo, tal vez pueda recordarme si piensa en un campamento hace muchos años en Peru, y usted tenia Fiebre Tifoidea; siendo Departamental de Jovenes en La Mision. Saludos. Me gustaria saber mas de usted, sus ideas. Que nuestro buen Di-s lo bendiga, lo mismo que a su familia."

Soy el mismo, y seguramente recuerdo al hermano, pero no me dijo su nombre en el comentario. Ojalá me escriba otra vez con su nombre.

Sí, fue un campamento junto al río Jequetepeque, en las cercanías de Trujillo, por la carretera hacia Cajamarca. Por allí en el año 1976. ¡Qué bellos recuerdos de toda esa juventud que ansiosamente buscaba a Cristo!

Recuerdo que en aquel entonces, tal como ahora, el mensaje que predicaba y predicabamos como adventistas era: "Cristo viene, ¡Prepárate!"

La preparación era hacerse miembro de la iglesia adventista, guardar el sábado, ser fiel en los diezmos, creer en las profecías, leer la Biblia, ir al Colegio Unión, y muchas otras cosas más.

Bien recuerdo aquellos días cuando trataba de encontrar mensaje en mi predicación y en la predicación de la iglesia adventista.

El año siguiente fui llamado a enseñar teología en el surgiente Seminario Adventista Unión. Fue cuando entonces me vi obligado a estudiar a fondo el mensaje adventista y el evangelio bíblico del Nuevo Testamento según Jesús y tal cual lo proclamó el apostol Pablo.

Fueron días muy difíciles para mi pues comencé a encontrar inmensas divergencias entre los dos. Muchas de mis dudas las guardé en mi corazón, pero mis alumnos de tercer y cuarto año de teología recibieron el evangelio de la justificación por la fe. Muchos de ellos salieron con la semilla del evangelio en sus corazones. Recuerdo en particular a un alumno boliviano que me ayudó mucho como mi corrector: Amando Pardo. ¿Qué habrá sido de él? Otro fue el hno. Segundo Peñafiel, creo que era ecuatoriano. Otro muy querido alumno fue Willy Churqui Chuqui, creo que también era boliviano. También recuerdo otros muchachos bien comprometidos con Dios, a quien Dios estaba llamando: un estudiante de medicina de Trujillo, el pastor Peter Webber, y muchos otros.

Sin embargo, uno siembra, pero Dios es quien da la cosecha, y uno no sabe en donde a caído la semilla. Aquí hay un hermano que tal vez no recuerdo, pero con hambre y sed del evangelio de Cristo, alabado y glorificado sea el nombre del Señor Jesús.

El mensaje de "Cristo viene, ¡Prepárate!" solo tiene lógica y poder si se presenta a Cristo crucificado como el que viene por los que ya salvó por la fe.

Eso es lo que le falta al mensaje adventista en Sud-america y alrededor del mundo. Igualmente le falta a muchos movimientos evangélicos. El enemigo de la cruz le sigue soplando a los discípulos de Cristo lo mismo que le sopló a Pedro: "Señor, no vayas a la cruz, ni Dios lo permita". Muchos prefieren crucificarse a sí mismos, presentar su propio sacrificio en lugar del de Cristo. Pero hay que recordar la voz que se escuchó del cielo en el monte de transfiguración hablando de Jesús: "Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento. A él oid."

La Doctrina del Santuario - Última redacción del estudio del Dr. Cottrell

LA “DOCTRINA DEL SANTUARIO” –
¿ACTIVO O PASIVO?


Raymond F. Cottrell, D.Div. (1912-2003)

“La ‘doctrina del santuario’ - ¿activo o pasivo?” se presentó por primera vez ante el segundo simposio del JIF del 2-4 de noviembre de 2001 y nuevamente el 9 de febrero 2002 ante la Asociación de Foros Adventistas en San Diego, California

[Seguidamente las secciones 8-10 de la presentación del Dr. Cottrell]

8. “Trazando bien” a Daniel 8:14

El primer imperativo para comprender las profecías de Daniel con el sentido designado por la Inspiración es una disposición mental libre de cada suposición personal, subjetiva, y moderna con respecto a su significado.

El segundo imperativo es identificar las circunstancias planteadas in Daniel 1 al 6 y 9:1-23, las cuales proveen el fondo histórico dentro del cual la Inspiración dispuso sus cinco pasajes proféticos con la intención que Daniel y sus lectores los entendieran. De igual manera, a fin de entender esos pasajes tal cual la Inspiración dispuso que los entendiéramos debemos hacerlo con esa perspectiva histórica en mente, y de la misma perspectiva de la historia de la salvación en la cual se encontraba Daniel y sus lectores. Cualquier interpretación que ignora o rebate esa perspectiva histórica y / o la perspectiva de la salvación de su tiempo se ha de sospechar de inmediato e impone una interpretación foránea, no inspirada sobre esas profecías.

Los primeros seis capítulos del libro de Daniel recuentan el exilio de Daniel y sus compatriotas a Babilonia “En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá” (Daniel 1:1), el cual data a 606/5 a.c. y sus experiencias durante los setenta años de exilio predichos por Jeremías en el capítulo 29:1-14. De acuerdo a Daniel 9:1, “En el año primero de Darío” (la fecha se asigna a 537/6 a.c. por la usanza judía del conteo inclusivo), Daniel había estado en exilio durante exactamente setenta años. Pero todavía no había prueba alguna de su próxima liberación del exilio. Por tanto, Daniel elevó esa oración importuna rogando por la liberación del exilio y la restauración; oración que se registra en el capítulo 9:4-19.

Mientras Daniel todavía estaba en oración el ángel Gabriel reapareció[75] y dijo “Ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión” (Daniel 9:22,23). De inmediato Gabriel le repite esa “orden” letra por letra (versículo 24), tal cual lo había prometido, y procede a explicarla en los versículos 25 al 27.

Es de suma importancia darse cuenta que Gabriel identifica explícitamente esa “orden” que “desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén” al principio de las setenta semanas como “la orden” que “salió” –del cielo- mientras Daniel oraba.[76] Esa “orden”[77] era tal que ¡solo Dios mismo (y ningún monarca terrenal) pudiera haber expedido! Por la autoridad de nadie menos que el ángel Gabriel, las “setenta semanas” de años por tanto comenzaron en 537 a.c. y ¡no ochenta años después en 457 a.c.!

La explicación que da Gabriel de esa “orden” en los versículos 25-27 brevemente bosqueja el futuro designado por Dios para el pueblo del pacto durante las setenta semanas de años, y su clímax al ser oprimidos cruelmente por el “príncipe que ha de venir” durante la semana décimo séptima de las setenta “semanas”, las cuales ya había predicho en el capítulo 8:9-13 y explicado en los versículos 19 al 25.[78]

Tal cual hemos observado, Daniel 9:23-25 comienza las setenta semanas de años al momento cuando la “orden” fue dada en el cielo, en 537 a.c. De la misma manera, el contexto que identifica al sujeto (“él) del versículo 27 también identifica los sucesos de la historia que demarcan el cierre de ese período en la semana décimo séptima de las setenta “semanas”. Universalmente se entiende que el antecedente inmediato de un pronombre personal identifica a la persona a la cual se refiere a menos que el contexto inequívocamente lo designe de otra manera. Por lo tanto, el versículo 26 identifica cual es el antecedente inmediato del “él” del versículo 27, quien “confirmará el pacto con muchos” en la décimo séptima semana de las setenta “semanas” y hace “cesar el sacrificio y la ofrenda” durante la última mitad de la “semana”, como el príncipe impío “que ha de venir” – y ¡no el “Príncipe Ungido” de los versículos 25-26!

El capítulo 11:23 confirma el hecho que su alias, el último rey del norte, de hecho realiza tal pacto con “gente” aliados a él. Además, su fin tal cual se dispone en el versículo 27, “lo que está determinado se derrame sobre el desolador”, es el equivalente del rey-cuerno del capítulo 8:25 el cual es “quebrantado, aunque no por mano humana”, y al último rey del norte del capítulo 11 quien “llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude” (11:45).[79]

El capítulo 9:24-27 por tanto provee una explicación exacta pero mucho más amplia del capítulo 8:13-14 en torno a la pregunta y la respuesta de los sucesos entre la época de Daniel y “el tiempo del fin” “para muchos días” cuando “la visión de las tardes y mañanas” había de llegar a su cumplimiento (Daniel 8:17,26).[80] Acaso ¿no es eso lo que Gabriel dijo era la intención de la audiencia de 9:24-27?[81]

Tal cual es la perspectiva del la historia de la salvación según Daniel. A fin de comprender los capítulos 8 y 9 tal cual el cielo quisiera que los entendiéramos, necesitamos ponernos en las circunstancias históricas de Daniel y pasarles vista desde su perspectiva de la historia de la salvación. De esa manera podremos formar un entendimiento preciso de lo que le fue revelado.

La perspectiva de la historia de la salvación según Daniel

La perspectiva de la historia de la salvación según Daniel era un conjunto de las visiones de los capítulos 2 y 7, cada cual con su explicación, y el capítulo 8 con su explicación tri-partita en los capítulos 8, 9, y 11-12. Consistía de una serie de reinos universales[82] seguida por un período de desintegración y fragmentación,[83] el cual Gabriel le dijo a Daniel sería “tiempos angustiosos” (9:25).[84]

“Al tiempo señalado del fin… porque es para muchos días” – después de sesenta y nueve de las “setenta semanas de años”[85] – habría un “tiempo de angustia” sin precedentes para el pueblo de Dios durante el cual serían “pisoteados”, su poder quebrantado,[86] su tierra y ciudad devastada,[87] su lealtad y fidelidad a Dios puesta a prueba,[88] su pacto con él y su sistema prescrito de adoración abolido,[89] e instalado un sistema idólatra de adoración obligatorio.[90] Como resultado de este atentado de extinguir el conocimiento y la adoración al verdadero Dios, muchos judíos apostatarían y harían “pacto” con su opresor.[91]

El plazo de este tiempo de angustia del pueblo de Dios se manifiesta de varias maneras como (1) “tiempo, dos tiempos, y la mitad de un tiempo” = tres años y medio,[92] como (2) la segunda mitad de la décimo séptima de las setenta “semanas” = también tres años y medio,[93] y como (3) el tiempo durante el cual se hubieran ofrecido 2300 sacrificios vespertinos y matutinos = 1150 días literales = tres años, dos meses, y 10 días[94] dentro de los tres años y medio de “angustia”.[95]

Al término de este tiempo de angustia el Anciano de días se sentaría en juicio y “el fin señalado” sería derramado “sobre el desolador”, quien de tal modo “llegaría a su fin sin que tener quien le ayude” y sería “quebrantado” mas “no con mano humana”.[96] Simultáneamente, el santuario sería “restaurado a su debida condición”, el Anciano de días vindicaría a su pueblo fiel y les concedería un “reino eterno”, Miguel se levantaría para liberarlos, los muertos justos serían levantados para vida eterna, los “sabios” incluyendo a Daniel entrarían en su heredad eterna y resplandecerían como el resplandor del firmamento por los siglos de los siglos.[97]

Las profecías de Daniel ubican este tiempo de angustia (1) durante el “tiempo, tiempos, y medio tiempo” de Daniel 7:25, (2) cerca o “al fin” del “reino” de la época griega de los cuatro cuernos del capítulo 8:8, 21-23, (3) durante la segunda mitad de la décimo séptima de las setenta semanas del capítulo 9:24-27, y (4) durante el reino del último rey del norte del capítulo 11:20-45.

Obviamente la perspectiva de la historia de la salvación según Daniel difería en gran manera de la nuestra – ¡por más de dos mil años! Pero por la fiel palabra de su ángel tutor esa era la perspectiva desde la cual él y el ángel Gabriel divisaban el futuro. Es el idéntico formato que se expone en el Antiguo Testamento.* Ignorarlo o denegarlo es un grave quebranto del principio bíblico de sola Scriptura, con el decir que ¡ni Daniel ni Gabriel sabían de lo que hablaban! Es una parte importante del estudio bíblico a fondo de la Biblia leerla desde sus propias perspectivas de la historia de la salvación, a ¡fin de comprender y valorar su mensaje para nosotros en nuestra época!

La perspectiva de la historia de la salvación según Daniel explícitamente deja sin validez el historicismo de la profecía vaticinadora. Además, su perspectiva era idéntica con la del Antiguo Testamento en su totalidad.[98]

Cuatro errores de traducción en la King James Version que descarriaron a los pioneros adventistas

[Nota del traductor: Estos mismos errores se encuentran en la Antigua Versión de Reina-Valera. Al traducir los errores, usaré la antigua versión Reina-Valera. Cuando haya diferencia con la KJV, lo anotaré en nota del traductor].

Cuatro errores críticos en la KJV al traducir Daniel 8:14 y 9:25-26, los cuales William Millar y los pioneros adventistas obviamente desconocían, los desviaron sin que se dieran cuenta.[99]

La traducción de Daniel 8:14 reza: “Hasta dos mil y trescientos días de tarde y mañana; y el santuario será purificado” [Nota del traductor: la KJV solo incluye la frase “Hasta dos mil y trescientos días”.] Aquí y en el capítulo 9 la KJV refleja incorrectamente el texto hebreo de Daniel en cuatro lugares particulares. En el hebreo original y en la NRSV [New Revised Standard Version] reza así: “Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será restablecido a su legítima condición”. [Nota del traductor: Véase La Biblia de las Américas en donde reza “Por dos mil trescientas tardes y mañanas; entonces el lugar santo será restaurado”.]

La palabra hebrea para “días”, yamim, no se encuentra en el texto hebreo de 8:14, el cual simplemente reza erev boquer, “tarde mañana.” “Días” es una interpretación, no una traducción. Cuando Daniel quería decir “días” fue consecuente y escribió “días”, yamim.[100] Cuando las palabras erev y boquer ocurren en el contexto del santuario (como en 8:14), sin excepción alguna siempre se refieren a los servicios de adoración inmolando el sacrificio en la tarde o en la mañana o a algún otro aspecto del santuario y su ritual. Estos sacrificios se ofrecían tamiz “regularmente” a la caída de la tarde y después de la salida del sol. Véase por ejemplo Éxodo 29:38-42 y Números 28:3-6. Erev a veces precede a boquer en vista de la costumbre hebrea que comenzaba el día con la puesta del sol. Erev se refería particularmente al ocaso asociado con la puesta del sol y boquer con el albor a la salida del sol, y no a las porciones de luz y oscuridad de un día de 24 horas.

La interpretación tradicional considera erev boquer, “tarde mañana” un término compuesto indicando un día de 24 horas. Pero de acuerdo al versículo 26 haerev we haboquer, “la tarde y la mañana”, son partes diferenciadas, tal cual lo requiere la repetición del artículo definido. La pregunta del versículo 13, y por tanto la respuesta del 14 ambas enfocan el santuario y la época durante el cual el sacrificio del holocausto contínuo (tamid) fue proscrito. De tal modo, erev boquer en el versículo 14 se ha de comprender en el marco de los ritos del santuario referente especialmente a la ofrenda del holocausto tamid (contínuo).

Obsérvese también que la pregunta del versículo 13, la cual responde la Inspiración con el versículo 14, pregunta por cuánto tiempo el tamid, o “la ofrenda regular del holocausto” ya mencionada en el versículo 11, sería “pisoteado”. En vez del tamid del versículo 13, sin embargo, el versículo 14 sustituye la expresión erev boquer, de tal modo llamando la atención al hecho que los dos son términos sinónimos para lo mismo, los servicios de adoración mediante el holocausto sacrificado al anochecer y al amanecer. De hecho, ambos términos aparecen juntos en los pasajes arriba mencionados con respecto a los dos servicios diarios de adoración. (En 8:11 y 14 la NRSV – correctamente—añade “ofrenda del holocausto” al término “continuo”, tamid reconociendo que tamid se refiere a la ofrenda diaria del holocausto continuo.)

La palabra tamid, “continuo” (continuamente) “regular” (regularmente) ocurre 104 veces in el Antiguo Testamento, 51 veces en relación al ritual del santuario, 53 de otras. Más de la mitad de las 51 veces en relación al santuario ocurren junto con la ofrenda del holocausto diario (32 de 52 veces); y 19 veces del pan de la presencia, el candelabro, y otros aspectos del santuario y sus ritos.

La palabra hebrea nitsdaq jamás significa “purificado”, tal cual la traduce la KJV [y la Antigua versión Valera]. Nitsdaq es la forma pasiva del verbo tsadaq, “estar en lo justo”, y quiere decir “reestablecido”, o como lo traduce el NRSV “restaurado a su debida condición”. Si Daniel hubiera querido decir “purificado” el hubiera usado la palabra taher, la cual sí quiere decir “purificado” y siempre se refiere a la purificación ritual en contraste a tsadaq, la cual siempre connota entereza moral.[101]

El tema de Daniel 8:14 es el significado de la adoración mediante los sacrificios, y no la manera correcta de realizarlos. Afirmaba la continua lealtad de Israel con Dios y compromiso a su relación en pacto con Él, al principio y al fin de cada día. La KJV [y la Antigua Versión Valera] fundamentaba su traducción de nitsdaq como “purificado” en la Vulgata latina, la cual reza mundabitur, y la griega Septuaginta, la cual reza katharisthesethai, las dos denotan purificación ritual, probablemente reflejando la purificación del templo después de que fue profanado por Antíoquio IV Epifanio in 167 a.c., tal cual se registra en 1 Macabeos 4:36-54.[102]

“El Mesías el Príncipe” en Daniel 9:25 y “Mesías” en el versículo 26 respectivamente según la KJV, son una interpretación del texto hebreo, pero no una traducción del mismo. El texto hebreo reza “un ungido, un príncipe” o “un príncipe ungido” en 9:25 y “un ungido” en el versículo 26. En esto la KJV comete un doble error: (1) traduciendo el hebreo indefinido como definido, y (2) arbitrariamente identificando el príncipe ungido como Jesucristo. Este doble error automáticamente llevó a los pioneros adventistas a cometer un error peor en el versículo 27, el cual consideraremos a continuación.

Por cierto, la palabra del inglés [y también del español] “mesías” correctamente transcribe el griego messias, el cual a su vez transcribe el hebreo mashshiach, y la palabra del inglés “Cristo” traduce correctamente el griego messias. Pero los traductores de la KJV [y la Reina-Valera] no tenían ninguna razón legítima al traducir el hebreo indefinido como definido e señalar al príncipe ungido de Daniel 9:25 y 26 como Jesucristo.

La traducción del KJV de “siete semanas, y sesenta y dos semanas” en 9:25, las cuales indican un total de sesenta y nueve “semanas” entre “la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén” y la venida de su “Mesías el Príncipe”, equivoca a grosso modo el sintaxis hebreo del versículo 25.

La sintaxis del hebreo requiere que el período de siete semanas constituya el plazo de tiempo entre “la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén” y el “príncipe ungido” al cual se refiere. Además, las “sesenta y dos semanas” se refieren al plazo de tiempo de los “tiempos angustiosos” durante los cuales la “plaza” y “el muro” quedan en pie antes del maligno “príncipe que ha de venir” del siguiente versículo. La NRSV traduce la sintaxis del hebreo del versículo 25 correctamente: “…habrá siete semanas; y por sesenta y dos semanas [Jerusalén] será reconstruida…” [Nota del traductor: la versión en español Dios Habla Hoy rinde una traducción similar del 9:25: “Desde el momento en que se ordene restaurar y reconstruir Jerusalén, hasta la llegada del jefe consagrado, han de pasar siete semanas, y las calles y murallas reconstruidas de Jerusalén durarán sesenta y dos semanas”]. El versículo 26 confirma el hecho que las siete semanas y las sesenta y dos semanas son dos plazos de tiempo particularizados, y no un solo período de tiempo en su conjunto. El uso del hebreo a lo largo del Antiguo Testamento confirma esta conclusión.

Los que formularon la interpretación adventista tradicional fueron descarriados por estos cuatro errores de la KJV. Si ellos hubieran escudriñado directamente del texto hebreo de Daniel, o de una traducción correcta del inglés, jamás se hubiera elucubrado la interpretación tradicional adventista.

Su segundo error fue adoptar una interpretación día-por-año de la interpretación bíblica. Ese seudo-principio, inherente a la interpretación bíblica según el historicismo, fue inventado en el siglo nueve por el erudito judío Najawendi, como un artificio para actualizar a sus días las profecías de Daniel. Los eruditos católicos posteriormente lo adoptaron y la utilizaron hasta que otros eruditos católicos, y después protestantes, señalaron al papado como el anti-Cristo de la profecía bíblica fundamentados en ese artificio. En consecuencia, los católicos romanos abandonaron el principio día-por-año, mientras que los protestantes lo retuvieron como prueba que Roma era “Babilonia”. Basta decir aquí, que no hay fundamento alguno en la Biblia para este susodicho principio.[103]

El contexto inmediato de Daniel 8:14

La visión del capítulo 8:1-12, la pregunta del versículo 13, y la explicación de los versículos 15 al 27 constituyen el contexto inmediato del versículo 14. De hecho el capítulo 8 identifica todos los cuatro elementos esenciales del versículo 14: (1) su santuario, (2) la razón por la que necesitaba purificación o ser “restaurado a su condición legítima”, (3) por cuanto tiempo había necesitado purificación o restauración, y (4) cuándo ocurriría esa purificación o restauración.

De acuerdo a los versículos 9-12, el críptico cuerno pequeño invade la “tierra deseable” y derroca al santuario ubicado allí – obviamente el santuario, o templo, en Jerusalén. El versículo 14 en sí particulariza el plazo de tiempo que el santuario quedaría derrocado y su holocausto continuo suspendido. Ese plazo sería el tiempo durante el cual 2300 “holocaustos continuos” normalmente hubieran sido ofrecidos. Siendo que cada día se ofrecían dos de esos sacrificios, eso sería 1150 días literales de 24 horas, o tres años, dos meses, y diez días. ¿Cuándo pasaría eso? Los versículos 21 al 25 especifican que todo eso, incluyendo la purificación o restauración del santuario a su legítima condición, ocurriría poco después el cierre de la era griega de los cuatro cuernos (helenista) de la profecía.

El versículo 13, la pregunta a la cual responde el 14, identifica las “tardes y mañanas” como el término equivalente al “holocausto continuo”.[104] La naturaleza de la purificación o restauración del santuario se explica en el contexto próximo del resto del libro de Daniel, el cual también identifica los otros sucesos que acompañan o prosiguen a su restauración.

Los versículos 11 y 12 del capítulo 8 atribuyen el acto de pisotear al santuario mencionado en los versículos 11-13 al críptico cuerno pequeño del versículo 8, a quien los versículos 21-23 identifican como “un rey altivo de rostro” y “el fin” de la sección de la época de los cuatro cuernos (griega) de la visión. En consecuencia, el contexto explícitamente identifica la restauración del santuario a su condición legítima en el versículo 14 como la eliminación del daño causado por el cuerno pequeño. El daño que será removido será la condición hollada y derrocada del santuario, y particularmente la remoción del “holocausto continuo” y la sustitución de la “prevaricación asoladora”[105] en su reemplazo.

La respuesta del versículo 14 sustituye la expresión “tardes y mañanas” por la pregunta del versículo 13 tocante al “holocausto continuo”, de esa manera los identifica como términos equivalentes para decir lo mismo. Con dos tales sacrificios por día, el tiempo durante el cual se ofrecerían 2300 sacrificios matutinos y vespertinos sería un período de 1150 días literales, o casi tres años y medio literales. El versículo 26 identifica el momento histórico cuando esto ocurriría como “el tiempo señalado del fin… en muchos días”, “al fin” del “reino” de los cuatro cuernos (helenistas) del macho cabrío.[106]

El contexto inmediato del versículo 14 – en sí el capítulo 8 – por tanto identifica todos los elementos esenciales del versículo, pero deja sin explicación la restauración del santuario a su “legítima condición” porque Daniel cayó enfermo.[107] Tal como se verá, los eventos asociados con esa restauración se revelan en otros pasajes de Daniel. La interpretación tradicional adventista de Daniel 8:14 la saca por completo del contexto inmediato en el cual Gabriel y Daniel la colocaron, en obvio quebranto del principio de sola Scriptura. El contexto próximo – Daniel 7,9, y 10-12 – esclarece aun más estos asuntos.

Daniel 9 es el contexto próximo y subsiguiente del 8:14

La interpretación tradicional adventista de Daniel 8:14 reconoce que hay una relación entre los capítulos 8 y 9, pero desatina en tres puntos cruciales de su contribución al contexto para precisar un entendimiento correcto de 8:14. Esta relación válida es evidente en vista de (1) el hecho que Gabriel todavía no había podido cumplir su cometido de explicar la visión del capítulo 8,[108] (2) que cuando él reaparece en 9:21-25 él convoca a Daniel a “entender” la visión, y (3) que su mensaje en 9:24-27 provee la precisa información necesaria a fin de complementar la explicación de 8:19-27 que tuvo que abandonar [por el malestar del profeta].

La interpretación tradicional supone que las 70 “semanas” de años en 9:24 constituyen los primeros 490 de sus 2300 erev boquer lucubrados como un número igual de años durante el cual se supone el santuario estaría desolado. Pero de acuerdo a 9:24-26 el santuario es restaurado y en pleno funcionamiento ¡durante las primeras 69 de las 70 “semanas”! ¿Cómo puede estar restaurado el santuario y en pleno funcionamiento[109] durante el mismo tiempo en que 8:13-14 lo tiene “desolado”? Esta paradoja sin salida, inherente e indispensable a la interpretación tradicional, ¡la convierte en un oxímoron!

La segunda anomalía contextual implícita y esencial a la interpretación tradicional es su identificación del davar , “palabra, orden”, que salió para restaurar y edificar a Jerusalén,[110] con el decreto de Artarjerjes Longimanus en 457 a.c. Pero ese decreto[111] no dice nada en cuanto a la reedificación de Jerusalén o el templo, el cual ¡ya había sido reedificado y ya había estado en funcionamiento por 59 años![112]

Justo antes de la reaparición de Gabriel y el mensaje registrado en 9:20-27, Daniel había estado en oración a Dios suplicando que restaurara su santuario que ahora estaba en ruinas en Jerusalén.[113] Mientras Daniel oraba así, lo interrumpe Gabriel para informarle que un “davar” “palabra”[114] (u “orden”, KJV) [RV] ya había salido, obviamente del cielo, en respuesta a su oración, y que él (Gabriel) ahora había venido a “declararla” a Daniel. De inmediato repite aquella “palabra”[115] y la explica.[116] Contextualmente, la “palabra” que “salió (motsa) para restaurar y edificar a Jerusalén”[117] es la misma “palabra” que “salió” (yatsa) en respuesta a la oración de Daniel,[118] y ¡se registra al pie de la letra en el versículo 24! Gabriel le da toda la seguridad a Daniel que ¡es Dios mismo y no ningún monarca terrestre, quien ya había contestado su ferviente oración! Obviamente esa “palabra”[119] es tal que solo Dios mismo pudiera haber expedido y ¡no ningún monarca terrenal!

Con apoyo importante aun entre presuntos eruditos de renombre, la interpretación tradicional adventista identifica al personaje señalado por el pronombre “él” del 9:27 quien “hará un pacto firme con muchos” judíos renegados durante la décimo séptima de las setenta semanas,[120] y “a la mitad de la semana” “hará cesar el sacrificio y la ofrenda”, como el “Mesías Príncipe” (KJV) [RV] de los versículos 25 y 26, refiriéndose a Cristo. Pero el antecedente inmediato del pronombre “él” en el versículo 27 es el maligno “príncipe que ha de venir” del versículo 26, y ¡no el príncipe ungido del versículo 25! Solo fiándose en la defectuosa KJV que identifica al príncipe ungido del versículo 25 como el Cristo, e identificándolo a Él como el “él” del versículo 27, puede la interpretación tradicional correr marcha atrás a fin de identificar al decreto de Artarjerjes Longimanus en 457 a.c. como el hito que marca el comienzo de las setenta “semanas” de años (y por ente también de los 2300 años). Además, el hebreo ein lo del versículo 26 (KJV “y no por sí” [RV], NRSV “nada tendrá” [SSE]) de hecho significa que el príncipe derrocado no tendrá sucesor. Por tanto, pedirle a él o su sucesor que reaparezca como el “él” del versículo 27 obliga a que el versículo 27 ¡contradiga al 26! ¡Otro oxímoron!

No obstante, cuando se identifica al “él” del versículo 27 como el maligno “príncipe que ha de venir” del versículo 26, se observa en el versículo 27 un paralelo exacto con la carrera del cuerno pequeño del capítulo 8, quien de igual manera “hace cesar el sacrificio y la ofrenda” y reemplazándolos con “la abominación desoladora”.[121] Ha de recordarse, tal cual lo observamos anteriormente, que el ángel Gabriel particularizó que 9:25-27 es una explicación subsiguiente de la profecía del capítulo 8. A fin de cumplir con el paralelo, ahora él[122] le dice a Daniel que “hasta que el fin decretado sea derramado sobre el desolador” (KJV), [hasta que una destrucción completa, la que está decretada, sea derramada sobre el desolador (LBLA)]. Esto es lo que el ángel previamente le había dicho (en el capítulo 8), que el rey de “rostro altivo” sería derrocado, “mas sin mano será quebrantado” [SRV].[123]

Esta comprensión contextual de 9:27 automática y concluyentemente coloca las 2300 “tardes y mañanas” del 8:14, como el número de sacrificios que normalmente se ofrecerían, dos por día en el transcurso de 1150 días, dentro de los 1260 días, o los tres años y medio de la última mitad de la décimo séptima “semana” de años del capítulo 9 – “el tiempo señalado del fin” en la “última parte” de la época de los cuatro cuernos[124] cuando el cuero pequeño de los versículos 9-13, 23-27 aparecen en el escenario profético en lo en la época de Daniel era “un futuro lejano”.[125]

9. Fallas en la doctrina del santuario

No cabe duda de la sinceridad, esmero, e integridad de aquellos quienes formularon la interpretación tradicional adventista de Daniel 8:14. De igual manera es obvio que se guiaban por los principios fallidos del método de textos de prueba: (1) En cuatro ocasiones importantes adoptaron errores de traducción de la KJV [RV] en donde yerra al traducir el texto hebreo. (2) Ellos hicieron caso omiso por completo del contexto literario en el cual ocurre Daniel 8:14. (3) Igualmente desatendieron el contexto histórico particularizado por los primeros seis capítulos y el capítulo 9:1-19 del libro, dentro del cual se dan varias perícopas proféticas y a las que se aplicaban en particular. (4) No tomaron en cuenta la perspectiva de la historia de la salvación especificada por el libro (y todo el Antiguo Testamento),[126] dentro del cual se encuentra Daniel 8:14 y al cual en lo particular lo aplica Daniel. Tal cual se expone en la sección anterior de este estudio, tanto el principio sola Scriptura y el método histórico requieren que se tome en cuenta estos factores.

Hoy, cualquiera que cometiera disparates exegéticos como estos sería automáticamente descartado como un erudito bíblico. Si los pioneros de nuestro mensaje hubieran seguido los principios del método histórico jamás hubieran llegado a sus conclusiones – y jamás hubieran pasado por el amargo chasco del 22 de octubre de 1844. Imitemos su sinceridad, fervor, y devoción a la Palabra de Dios, seamos fieles al mejor entendimiento que podamos adquirir hoy, ¡tal cual ellos lo fueron en su tiempo!

Cuando se comparan los requisitos exegéticos planteados en las dos secciones anteriores (7 y 8), la interpretación tradicional de Daniel desacata…

el contexto histórico provisto por los capítulos 1 al 6 y 9:4-19, dentro del cual lo colocó la Inspiración – el punto histórico cuando las setenta semanas de exilio predichas por Jeremías llegaron a su fin y la era de la restauración estaba próxima por comenzar.
la perspectiva de la historia de la salvación durante el tiempo de Daniel, y de la Biblia entera.
el texto hebreo de Daniel 8:14 y 9:25-26 en cuatro puntos principales, identificados en la sección 8 de arriba.
el contexto inmediato de 8:14 mismo, el cual explícitamente identifica (1) el santuario mencionado en el versículo 14 como el mismo que los versículos 9 al 11 lo coloca en la “tierra deseable”, Judea; (2) la desolación del santuario causada por el cuerno pequeño en los versículos 11 al 13, y (3) el tiempo cuando ocurriría dicha desolación, al término de la era griega (helenista), en los versículos 21 al 23. En consecuencia, la referencia por analogía al santuario celestial de la Epístola a los Hebreos es improcedente.
el hecho que 9:24-26 tiene al santuario restaurado y en plena función durante el mismo tiempo que 8:13-14 lo tiene desolado y fuera de función. Esta contradicción, inherente y esencial a la interpretación de Daniel 8:14 la cual requiere que las setenta semanas de años sean consideradas como el primer segmento de los 2300 “días”, se convierte en todo un oxímoron exegético.

La idea de un-día-por-año aplicada a la profecía bíblica aparece por primera vez en el siglo noveno. Un erudito Karaítico judío llamado Najawendi lo formuló a fin de relacionar el cumplimiento de las profecías de Daniel a sus propios días. En la modernidad, el apoyo en el “principio” de un-día-por-año de la interpretación de la profecía bíblica originó con (1) la traducción equivocada de la KJV del hebreo erev boquer (“anochecer amanecer”) en Daniel 8:14 como “días”, cuando es un hecho que erev boquer es el equivalente contextual del “holocausto continuo” de la pregunta del versículo 13, a la cual responde la Inspiración con el versículo 14, y con (2) el empeño de correlacionar estos presuntos “días” con las “setenta semanas” de Daniel 9:24. La expresión “setenta semanas” sencillamente es la usanza del sistema judío de medir plazos de tiempo con jubileos, expresando 490 años como 49 jubileos, cada uno de sus “jubileos” abarca 49 años literales. No hay en absoluto ningún fundamento bíblico para citar a Daniel 9 como prueba de la idea de un-año-por-día.

Debiera observarse que los “días” de Números 14:34 durante los cuales representantes de las doce tribus espiaron la tierra de Canaán no fueron proféticos de los años a los que Dios sentenció a los israelitas a vagar por el desierto. Esos años fueron más bien, jurídicos, sentenciando a los incrédulos por su falta de fe en la promesa de Dios de darles la tierra de Canaán. Los 390 “días” de Ezequiel 4:6 durante los cuales Dios instruyó al profeta a reclinarse sobre un lado y luego sobre el otro, representaba un número igual de años de apostasía. Esos “días” de ninguna manera eran proféticos de los años pasados de apostasía.

Bajo el título “El Ministerio de Cristo en el Santuario Celestial” el artículo 23 [Nota del traductor: A partir de 2005 es el artículo 24] de las Creencias Fundamentales reza así, distinguiendo entre lo que con precisión refleja la Escritura y tiene relevancia bíblica en negrita, y la fallida doctrina del santuario en su desatinada interpretación de los pasajes bíblicos en letra corriente:


Hay un santuario en el cielo, el verdadero tabernáculo que el Señor erigió y no el hombre. En él Cristo ministra en nuestro favor, para poner a disposición de los creyentes los beneficios de su sacrificio expiatorio ofrecido una vez y para siempre en la cruz. Llegó a ser nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó su ministerio intercesor en ocasión de su ascensión. En 1844, al concluir el período profético de los 2.300 días, entró en la segunda y última fase de su ministerio expiatorio. Esta obra es un juicio investigador que forma parte de la eliminación definitiva del pecado, tipificada por la purificación del antiguo santuario hebreo en el día de la expiación. En el servicio simbólico el santuario se purificaba mediante la sangre de los sacrificios de animales, pero las cosas celestiales se purificaban mediante el perfecto sacrificio de la sangre de Jesús. El juicio investigador pone de manifiesto frente a las inteligencias celestiales quiénes de entre los muertos duermen en Cristo y por lo tanto se los considerará dignos, en él, de participar de la primera resurrección. También aclara quiénes entre los vivientes están morando en Cristo, guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, y en él, por lo tanto estarán listos para ser trasladados a su reino eterno. Este juicio vindica la justicia de Dios al salvar a los que creen en Jesús. Declara que los que permanecieron leales a Dios recibirán el reino. La conclusión de este ministerio de Cristo señalará el fin del tiempo de prueba otorgado a los seres humanos antes de su segunda venida.
La primera parte de la declaración anterior refleja acertadamente la obra del ministerio de Cristo a nuestro favor desde su retorno al cielo hace ya casi dos mil años. La última parte no tiene base alguna en las Escrituras. A fin de estar en armonía con el principio de sola Scriptura debe ser tachada del resumen de las Creencias Fundamentales de los adventistas y reemplazada por una exposición más amplia del ministerio de Cristo tal cual se expone en la Epístola a los Hebreos.

El efímero cordón umbilical es indispensable para la vida antes del nacer, pero totalmente desechable de allí en adelante. ¿Pudiera ser que la doctrina tradicional del santuario fue un cierto tipo de cordón umbilical permitido por Dios a fin de reavivar la expectativa del advenimiento, pero una vez cumplida su función sería desechable? “El Hijo del hombre viene a la hora que no sabéis”, “La noche ha pasado, y ha llegado el día”, “vistámonos las armas de luz”. “¿Qué tales conviene que vosotros seáis en santas y pías conversaciones” “esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios”?[127] Bien puede ser que Dios pasó por alto este defecto en su comprensión de Daniel 8:14 honrando su sinceridad, en vista que su amargo chasco del 22 de octubre 1844 resultó en el gran despertar del advenimiento. Hace mucho Jesús encomendó a sus discípulos: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir”.[128]

La razón fundamental por su amargo chasco fue que no se percataron del hecho que, cuando Daniel recibió la profecía, la visión profética dirigía su mirada hacia el futuro aplicándola particularmente a los judíos cautivos en Babilonia anticipando su retorno a la tierra prometida, y al plan divino para ellos el cual hubiera culminado en el establecimiento del eterno reino de justicia desde la antigüedad. Esto es obvio cuando se toman en cuenta las circunstancias históricas del tiempo de Daniel y su perspectiva de la historia de la salvación, todas las que se esclarecen en el mismo libro. La suposición que Daniel 8:14, cuando fue escrito, anticipó sucesos de nuestro tiempo fue la causa fundamental del error de 1844 y el consiguiente chasco. Los chascos seguirán inevitablemente hasta que este error sea reconocido y corregido, y se abandone el principio del historicismo sobre el cual se fundamenta.

10. La doctrina del santuario y Sola Scriptura

La doctrina tradicional adventista del santuario se establece sobre el principio o método del historicismo para interpretar las profecías. [Nota del traductor: el historicismo interpreta la profecía bíblica en base al momento histórico del lector.]. En consecuencia, los que siguen ese método automáticamente dan por sentado que la doctrina tradicional [de los 2300 días] no tiene error alguno. Por otra parte, los que acatan el principio o método histórico la encuentran llena de defectos. [Nota del traductor: el principio o método histórico interpreta la profecía bíblica en base a la perspectiva histórica del autor bíblico]. En consecuencia, las diferencias de opinión que surgen con respecto a la doctrina del santuario se pueden resolver acudiendo a la norma de sola Scriptura para probar las premisas y metodología de cada principio. Los dos métodos se excluyen el uno al otro y son tan irreconciliables como la noche y el día. Escoger entre uno o el otro es decisivo para el estudio de la profecía bíblica.

El historicismo sostiene que la perspectiva del lector moderno tocante a la historia de la salvación está al meollo de la profecía bíblica y por tanto en plena armonía con el principio de sola Scriptura. De acuerdo al principio del historicismo el lector de la Biblia en la actualidad debe comprender las declaraciones de la Escritura con respecto al fin de la historia humana y sucesos relacionados, en torno a nuestra perspectiva moderna de la historia, con un cumplimiento seguido y sin interrupciones de la profecía bíblica a lo largo de dos mil años desde los tiempos bíblicos. La doctrina del santuario y sus proponentes siempre han tomado este principio por sentado y nunca han puesto a prueba su validez objetivamente, es decir, a la luz de la misma Biblia. Glacier View en 1980 dio fe de esto. Igualmente fue manifestado posteriormente por el comité de Daniel y Apocalipsis nombrado por la Asociación General en su informe oficial de 8 tomos, el cual presupone la validez inherente del historicismo pero nunca lo intenta poner a prueba o defenderlo objetivamente con el principio de sola Scriptura.

Por otro lado, el principio histórico comienza prestando atención a las declaración proféticas de la Biblia objetivamente en cuanto a su importancia tal cual la determina las circunstancias históricas y la perspectiva de la historia de la salvación dentro de la cual fueron dadas y a las cuales se aplicaban. Este principio no se adopta como un pre-concepto subjetivo, sino sobre el fundamento objetivo de las pruebas dadas por el sola Scriptura, tal cual lo ilustra las previas secciones 7 y 8 con respecto a la perspectiva de la historia y de la historia de la salvación propias a Daniel. Ambas son inherentes al libro de Daniel y son obvias cuando se leen objetivamente.

La previa sección 8 examina las porciones históricas del libro de Daniel y la perspectiva de la historia de la salvación propia a Daniel con el fin de determinar las circunstancias históricas y la perspectiva de la historia de la salvación como base para comprender el significado de sus porciones proféticas. La perspectiva de la historia de la salvación según Daniel es idéntica a la del Antiguo Testamento en su totalidad, tal cual lo demuestra mi artículo “El papel de Israel en la profecía del Antiguo Testamento”[129] en el tomo 4 del Comentario Bíblico Adventista del séptimo día. El capítulo 4 de mi manuscrito de 725 páginas (aun no publicado) La Escatología de Daniel, “La Perspectiva de la historia de la salvación del Antiguo Testamento”, está repleto de pruebas bíblicas que llevan a la conclusión que dicha perspectiva anticipa la culminación de la historia humana al término de la era del Antiguo Testamento, o poco después.

Jesús y los escritores del Nuevo Testamento reiteran por unanimidad esta perspectiva de la historia de la salvación del Antiguo Testamento y anticipan su retorno prometido al culminar la época del Nuevo Testamento. El capítulo 12 de La Escatología de Daniel, en las 36 páginas de “La perspectiva de la historia de la salvación del Nuevo Testamento”, abarca este aspecto del tema con suficiencia de detalles.

En resumen, al inicio de su ministerio público Jesús anunció como tema de su misión: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado, arrepentíos y creed el evangelio”. ¿Qué se había cumplido? Las profecías de Daniel con respecto al cumplimiento de ciertos tiempos son únicas en el Antiguo Testamento, e identifican al “tiempo” al cual Jesús se refiere. Por lo tanto, en base a nada menos que la misma autoridad del mismo Jesús, el cumplimiento del “tiempo” anunciado por Daniel se hallaba cerca cuando Jesús apareció en cumplimiento de su venida anticipada por el Antiguo Testamento. En el transcurso de su sermón en la sinagoga de Nazareth el declaró con respecto a la profecía mesiánica de Isaías 61:1-3: “Hoy se ha cumplido esta escritura en vuestros oídos”.

Cuando Jesús respondió a la pregunta de los discípulos tocante a la destrucción del Templo, al cual él acababa de mencionar, la “señal” de su retorno prometido y “el fin del tiempo” fue “Por tanto, cuando viereis la abominación de asolamiento, que fue dicha por Daniel profeta… sabed que está cercano, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación, que todas estas cosas [las que incluyen en particular su venida en las nubes de los cielos a recoger a sus escogidos] no acontezcan.”[130]

Es evidente que la intención de Jesús era que sus declaraciones tocante a la profecía de Daniel tendrían su cumplimiento en la generación de sus propios discípulos debido a (1) que él usó los pronombres “vosotros” y que él repite la generación de sus discípulos con “vosotros” doce veces a lo largo de su discurso, y (2) el uso repetido en esas expresiones de “fin de los tiempos”, “la venida del Señor está cerca”, “es la última hora”, “estos últimos días”, “el tiempo ha llegado”, él “viene pronto”, “los días serán acortados”, “el fin de los siglos ha llegado”, “estos últimos días”, y “aun un poquito”, casi cuarenta veces en referencia al retorno anticipado de Jesús.[131] Juan el revelador particularmente declara que todo lo escrito en su Apocalipsis deberá cumplirse “pronto”, y Jesús le asegura cuatro veces “Vengo pronto”, y el último de los tales es “he aquí vengo pronto”.[132]

No hay la menor sugerencia o indicio en lugar alguno del Antiguo o Nuevo Testamento que el retorno de Jesús se postergaría más o menos indefinidamente más allá de la época de la era bíblica. Las pruebas bíblicas todas son explícitamente a lo contrario. La misma Biblia desconoce toda interpretación del historismo en torno a sus profecías, un concepto que les fue propinado de balde. Si Gabriel y Daniel estuvieran aquí hoy tendrían que inevitablemente dictar el fallo de sola
Scriptura por en contra del historismo y a favor de una comprensión histórica de la profecía bíblica, incluyendo la del libro de Daniel, e ¡insistir en las perspectivas bíblicas de la historia y la historia de la salvación!

El principio del historismo el cual los adventistas sin falta alguna han comprendido e interpretado la profecía bíblica desde su origen, imponiendo a la profecía su propia perspectiva modernística de la historia de la salvación, los ha conducido al quebranto involuntario del principio de sola Scriptura.

Por su parte, el principio histórico respeta la propia perspectiva bíblica de la historia de la salvación dentro de la cual fueron dados sus mensajes y a la cual se aplicaban. Por lo tanto, tiene consecuencia en su respeto al principio de sola Scriptura. No nos olvidemos demasiado pronto que el principio del historismo de la profecía bíblica ha sido y sigue siendo responsable por la pérdida de muchos que de otra manera hubieran sido líderes dedicados y la deserción de incontables centenares de los que de otra manera hubieran sido fieles adventistas del séptimo día. Además, ha desviado demasiado tiempo, atención, y recursos importantes de la iglesia y su misión al mundo.

Ciertamente ha llegado la hora que los líderes de la iglesia actúen con responsabilidad y se despierten a la situación y hagan algo. El oscurantismo manifestado en el informe de 1600 páginas en 5 tomos del Comité de Daniel y Apocalipsis sobre el libro de Daniel sin tregua alguna aplica el principio del historismo a la profecía bíblica – de manera oficial en nombre de la iglesia. ¿Queremos que el siglo veintiuno atestigüe el cumplimiento de la promesa del retorno de Cristo, o preferimos repetir nuestro patético pasado historicista complaciente e indefinidamente hacia el futuro, alienando el respeto y la confianza de adventistas y no adventistas comprometidos con la Biblia?



Haroldo S. Camacho, Ph.D.
Traductor
Haroldocc@hotmail.com
24 de julio 2006.
[75] Daniel 9:23 cf. 8:16.
[76] Daniel 9:21-23.
[77] Daniel 9:24.
[78] Cf. Daniel 7:24-25.
[79] Daniel 11:45.
[80] Daniel 8:17,26.
[81] Daniel 9:22-25.
[82] Daniel 2:37-40; 7:3-7; 8:3-8; 11:2-3.
[83] Daniel 2:41-43; 7:7-8, 17, 23; 8:8-9; 11:4-5, 25-29, 40-43
[84] Daniel 9:25.
[85] Daniel 2:44; 7:28; 8:17, 19, 26; 9:24, 27; 11:35, 40.
[86] Daniel 7:21, 25; 8:10, 13, 24-25; 9:26; 12:1, 2, 7.
[87] Daniel 8:9; 9:36; 11:22, 24, 41.
[88] Daniel 8:11, 25; 11:36.
[89] Daniel 7:25; 8:11-12; 9:26-27; 11:31; 12:11
[90] Daniel 8:13; 9:27; 11:31.
[91] Daniel 8:12-13; 9:27; 11:22.
[92] Daniel 7:25; 12:7.
[93] Daniel 7:25; 9:27; 12:7.
[94] Daniel 8:14.
[95] Daniel 9:27; 12:1, 7.
[96] Daniel 7:22, 26; 8:25; 9:27; 11:45; 12:11.
[97] Daniel 7:22, 27; 8:14; 12:1-3, 13-14.
* Mi artículo “El papel de Israel en la profecía del Antiguo Testamento” en el tomo 4 del Comentario Bíblico Adventista (páginas 25-38, en inglés) clasifica y resume unas cinco mil citas del Antiguo Testamento relacionadas a la relación de Dios con Israel bajo el pacto, incluyendo la perspectiva de la salvación del Antiguo Testamento, el cual culminó cuando vino el Mesías y estableció su reino eterno de justicia o poco después del término de la época del Antiguo Testamento. Estas cinco mil citas las acumulé durante el transcurso de varios años cuando enseñaba la materia Los Profetas del Antiguo Testamento en Pacific Union Collage durante las décadas de 1940 y 1950. La oración parentética en la página 38, “Esta regla no se aplica a las porciones del libro de Daniel que el profeta fue encomendado a cerrar o sellar, o a otros pasajes cuya aplicación la Inspiración pudo haber limitado exclusivamente para nuestra época”, fue añadida por F.D. Nichol durante el proceso de redacción. Él personalmente estaba de acuerdo con todo en el artículo y no le hizo cambios, pero temía la reacción adversa que habría ante el Comentario a menos que tuviera esta salvaguardia.
[98] Véase la nota previa con el asterisco.
[99] Enumeradas seguidamente.
[100] Daniel 1:12; 8:26-27; 10:13-14; 11:20; 12:11-12.
[101] Como en Levítico 16.
[102] Al comparar la carrera de Antioquio Epífanes IV tal cual se presenta en 1 Macabeos 1-4 con el cuerno pequeño de Daniel, hay 24 puntos de innegable identidad. Esto llevó a los antiguos eruditos judíos a identificarlo como el cumplimiento de las predicciones de Daniel. Sin embargo, las declaraciones de Cristo en Marcos 1:15, Mateo 24 (etc.), y unas cuarenta veces los escritores del Nuevo Testamento ubican el cumplimiento de las profecías de Daniel en cuanto al tiempo del fin al término de la época del Nuevo Testamento. Véase las referencias citadas en las notas 130 y 131.
[103] El concepto profético de un día-por-un-año-literal originalmente fue ideado por el erudito Karaítico judío Najawendi en el siglo nueve a fin de señalar a los sucesos de su época como el cumplimiento de las profecías de Daniel. La idea que este “principio” opera con respecto a las setenta “semanas” de años de Daniel 9 ignora el hecho que allí se aplica el antiguo sistema judío de medir el tiempo según el número de años de jubileo, y no el tal mentado “principio” de un día-por-año. El antiguo Libro Judío de los Jubileos utiliza este sistema de medir el tiempo muchísimas veces a fin de asignar fechas a los eventos en la historia judía. Véase el capítulo 15, “La interpretación judía de Daniel”, en mi Escatología de Daniel para ver un número de ejemplos consecuentes del Libro de Jubileos. Véase también Abba Hillel Silver, Una Historia de la Especulación Mesiánica en Israel, pp. 52-255, 208; Le Roy Edwin Froom, La fe profética de nuestros padres, tomo 1, p. 713; tomo 2, p. 196.
[104] Cf. versículo 11.
[105] Versículos 11-12.
[106] Versículos 3, 21-23.
[107] Versículos 2-6, 27.
[108] Daniel 8:17, 26-27.
[109] Daniel 9:24-27.
[110] Daniel 9:25.
[111] Esdra 7:21-27.
[112] Esdra 6:13-15.
[113] Daniel 9:3-19.
[114] Daniel 9:17-19.
[115] Versículo 24.
[116] Versículos 25-27.
[117] Vs. 25.
[118] Vs. 23.
[119] Vs. 24.
[120] Cf. Daniel 11:23.
[121] Daniel 8:11-13; cf. 9:27.
[122] Vs. 27.
[123] Daniel 8:23-25.
[124] Daniel 8:20, 23.
[125] Vs. 26.
[126] Véase nota 35.
[127] Mateo 24:44; Romanos 13:12; 2 Pedro 3:11,12.
[128] Mateo 24:42.
[129] Véase nota 35.
[130] Mateo 24:1-30, 34-40.
[131] PEDRO: 1 Pedro 1:20; 4:17, 27; 2 Pedro 3:11-14. JUAN: Juan 21:21-23; 1 Juan 2:18; Apocalipsis 1:1, 3; 3:11; 12:12; 22:6-7, 10, 12, 20. SANTIAGO: Santiago 5:7-9. PABLO: Romanos 13:11-12; 1 Corintios 1:7-8; 7:29; 10:11; Filipenses 3:20; 4:5; 1 Tesalonicenses 3:13; 4:15-17. HEBREOS 1:2; 9:26-28; 10:37.
[132] Apocalipsis 1:1, 3; 3:11; 22:6-7, 12, 20.

miércoles, julio 12, 2006

Respuesta al lector

Apreciado hno.

El Dr. Cottrell fue un gran varon de Dios, integro, sincero, estudioso, pacifico. El dejaba que la verdad hablara por si misma. Era firme en sus posiciones pero siempre con un profundo respeto.
A pesar de sus diferencias teologicas con la iglesia, el Dr. Cottrell no renuncio a la iglesia. El fue uno de aquellos que penso que la iglesia cambiaria al ver la verdad. Siempre desafio a la iglesia a cambiar desde adentro hacia afuera. El lo pudo hacer de una manera muy directa, pues tenia acceso directo a los mas altos dirigentes. Ya que Cottrell habia sido el Redactor General del Comentario Biblico Adventista, los dirigentes no le podian dar la espalda. Aunque Cottrell estuvo en desacuerdo con las afirmaciones del Comentario que apoyaban a EGW y las profecias, Cottrell respeto a sus colegas, y como redactor tuvo la integridad de permitir que las opiniones de los otros teologos constaran en esas actas, por asi decirlo.

Por eso pienso que el no renuncio a la iglesia, por su situacion privilegiada, y pienso que el vio la oportunidad de dar testimonio con Biblia en mano a los mas altos dirigentes. Creo que cualquier otra persona que hubiera afirmado y negado lo que Cottrell apoyo y nego hubiera sido borrado de la iglesia. Pero los dirigentes respetaron la integridad de su persona y su largo servicio a la iglesia. No obstante en su ultima decada, los dirigentes asumieron la politica que si no le prestaban atencion, Cottrell callaria. Por supuesto, Cottrell no lo hizo. Y ya que no le prestaban atencion, Cottrell finalmente expuso sus estudios publicamente en esa larga exponencia el anio 2002 en San Diego.

Dejo un gran legado a la iglesia adventista: Si la iglesia adventista piensa que siempre ha estado a favor de la verdad, que hara entonces con las verdades biblicas que Cottrell les presento?
La iglesia no ha contestado oficialmente a Cottrell. La politica de los dirigentes ha sido disimular que Cottrell no dijo nada, y publicar multiples obras, libros afirmando la antigua teologia apoyada en EGW y el historicismo.

Creo que la iglesia necesita otros Cottrells, y pienso que uno a uno saldran a relucir.
Personalmente pienso que la iglesia no cambiara. Tiene todos sus intereses invertidos en su propia fortuna, y se le haria muy costoso re-invertirlos en la verdad. Sin embargo, la iglesia necesita sus voces, dentro y fuera de la iglesia, que sigan predicando el evangelio con denuedo.
Cada cual escuchara su propio llamamiento y respondera segun le de facultad el Espiritu Santo.

Su hermano en Cristo Jesus, Salvador y Senior nuestro,

Haroldo Camacho

Carta de un lector tocante al estudio del Dr. Cottrell

Hermano Harold, he leido y reeleido el articulo del Doctor Cotrell.

Me parece muy interesante y muy maduro este varon, años le habra llevado esta investigacion. Es muy profunda. Sin embargo me saca de mi contexto, hala la unica cuerdad que me sujeta al adventismo, si lo que dice es cierto toda mi experiencia adventista fue mentira, y la visiones donde quedan? En el fondo tengo miedo. Que sera de mi futuro? Adonde ire?

Hermano por ahora no puedo decidirme por tal o cual cosa. Quiero dar una salidad segura. Estare en oracion que el Señor me ayude a discernir entre la verdad y el error. No me confunde para nada lo del Cotrell. Al contrario me ayuda a ver el otro polo de la profecia. Considero que es un gran aporte a la teologia y sus escritos deben estar en español. Siga en esta tarea de darnos todo lo que el adventismo como sistema nos tiene oculto. Ore por mi creo que la investigacion no es apostasia. Es quitarnos la venda de los ojos... gracias por su pagina.

viernes, julio 07, 2006

El testimonio de Jesús y los apóstoles

En Juan 15:26,27 Jesús designó a los encargados de dar testimonio de él. Primeramente, estaría el Espíritu Santo, el Consolador, enviado por el Padre para dar testimonio del Hijo.

Los disípulos también darían testimonio de él. Puesto que ellos habían estado con Jesus desde el principio. Ellos habían sido testigos presenciales de su minsiterio, de sus enseñanzas, de sus sufrimientos, muerte y resurrección. Debido a que habían estado con Jesús "desde el principio" de su ministerio, ellos recibieron el "testimonio de Jesús" directamente de su presencia.

De hecho, Apocalipsis 19:10 vuelve a mencionar el lugar de los discípulos en el testimonio de Jesús. El ángel le dice a Juan que no lo adore porque tanto Juan, el ángel (enviado del Espíritu Santo), junto con los hermanos de Juan - los otros discípulos - han recibido "el testimonio de Jesús". El ángel le recuerda a Juan las palabras de Jesús, que el testimonio de Jesús es dado por el Espíritu Santo, el Espíritu de profecía.

En Apocalipsis 20:4 Juan revela que en el juicio milenario se sientan en los tronos diferentes categoría de personas salvas por la gracia de Dios. Entre ellos están "los degollados por el testimonio de Jesús". Esta frase habrá sido de gran consuelo a Juan y otros creyentes que presenciarían la muerte de los discípulos que dieron su vida por ciertamente dar testimonio de Cristo. Indudablemente el mismo Juan estaría en ese grupo.

Esa es otra razón por la que el "Espíritu de profecía" no se puede aplicar a la obra de ningún profeta, ni en los tiempos bíblicos ni el movimiento de 1844, ni en los tiempos modernos ni por venir. Está fuera de lugar decir que los santos en el juicio están allí porque fueron degollados como resultado de haber ¡creído en Elena White o en algún otro profeta. Ellos están allí porque dieron su vida por dar testimonio de Jesús, el Cordero de Dios, y ¡no porque dieron su vida por algún profeta!

miércoles, julio 05, 2006

El Espíritu Santo es el Espíritu de Profecía

Jesús enseñó que el Espíritu Santo, el Consolador, a quien él enviaría del Padre "daría testimonio de mí" (Juan 15:26).

Esta es la misma verdad revelada a Juan en Apocalipsis 19:10: "El testimonio de Jesús es el Espíritu de Profecía".

El Espíritu Santo es el Espíritu de Profecía

La función profética del Espíritu Santo es dar testimonio de Cristo. La profecía no proviene del profeta sino del Espíritu Santo.

El profeta es tan solo un canal para la función profética del Espíritu Santo. Por esa razón el profeta jamás puede ser "el Espíritu de Profecía". Ese es un don divino que caracteriza al ser divino del Espíritu Santo en la Deidad. Tomando en conjunto el testimonio de Juan en su evangelio y en el Apocalipsis, el Espíritu Santo es el Espíritu de Profecía.

Esa es la razón por la cual el ángel en Apocalipsis 19:10 le dice al profeta cuando éste trató de adorarle: "Adora a Dios, porque el testimonio de Jesús es el Espíritu de profecía". La adoración por el don profético, el don de exaltar a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, le pertenece al Espíritu Santo. Su don profético señala a su divinidad, que en su sustancia toma por órden del Padre lo que es del Hijo y lo revela a sus escogidos.

Decir que el "Espíritu de Profecía" se refiere a algún profeta en particular es suplantar al ser divino del Espíritu Santo con un ser pecador humano, y rendirle adoración a ese ser en vez de al Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Espíritu de Profecía por revelar a Cristo mediante su don profético, inherente a su naturaleza.

lunes, julio 03, 2006

El "Testimonio de Jesús" pertenece a la Divinidad

El "Testimonio de Jesús" señala, apunta a su caracter divino:

Juan 5:
"31 Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32 El que da testimonio de mí es otro, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero."

¿Quién será ese "otro" que da testimonio de Jesús? ¿Será algún profeta, que habiendo recibido "el espíritu de profecía" da "testimonio de Jesús"?

En los vs. 33 y 34 Jesús se refiere a Juan el Bautista. ¿Pudiera ser que Jesús se refería al ministerio profético de Juan el Bautista? ¿Qué dice Jesús en esos versículos?

"33 Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. 34 Pero yo no recibo el testimonio de parte del hombre".

Jesús responde que aunque Juan acertadamente testificó que Jesús era el Cordero de Dios, Jesús no recibía "testimonio de parte del hombre".

El ministerio profético de Juan el Bautista no era el testimonio de Jesús, porque Jesús no recibía testimonio de ser humano alguno.

Jesús tiene alguien más que da testimonio de él. Esa otra persona es tan grandiosa y sublime que cualquier otro testimonio humano se desvanece en lo insignificativo.

El testimonio que recibe Jesús proviene de una fuente mayor, de la más grandiosa y sublime.

36 Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha dado para cumplirlas, las mismas obras que hago dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. 37 Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Pero nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su apariencia, 38 ni tenéis su palabra permaneciendo en vosotros; porque vosotros no creéis a quien él envió.

El testimonio de Jesús proviene del Padre mismo. Esa es la razón por la que Jesús no recibe testimonio de ningún ser humano. El testimonio de Jesús es de sustancia divina, porque proviene del Padre y se encuentra en el Hijo.

Las escrituras plasman por escrito el testimonio del Padre, pero las escrituras no son el testimonio de Jesús. Es el mismo Padre quien da testimonio de su Hijo. El Padre mismo es el testimonio de Jesús. El profeta jamás puede ser el testimonio de Jesús, pues este testimonio pertenece solo al Padre quien lo envió.

Este caracter divino del testimonio de Jesús lo veremos con mayor claridad cuando regresemos a Apocalipsis 19:10.

El testimonio de Jesús es el testimonio de Dos Seres Divinos

La naturaleza divina del testimonio de Jesús se confirma contundentemente en Juan 8:17,18.

17 En vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.

Estas son las palabras de Jesús que grabó el apóstol Juan en su evangelio.

No son las palabras de ningún profeta. Son las palabras de Jesús. El testimonio de Jesús es el testimonio que él y el Padre dan de la obra redentora pactada por ellos para redimir a la humanidad, a quienes tanto aman, "para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."

Por tanto "el testimonio de Jesús" se refiere al nuevo pacto de Dios con la humanidad. Ese pacto juramentado y cumplido por Cristo Jesús de dar su vida como Cordero de Dios en sacrificio santo por el perdón del pecado de toda la humanidad. Alabado y glorificado sea el Señor Jesús, ahora y para siempre, amén.

domingo, julio 02, 2006

El Testimonio de Jesús y de Dios en San Juan

Al buscar la verdad del significado "el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía" en Apocalipsis 19:10, primeramente hay que preguntarle a Juan qué significado le dio a esas dos frases: "el testimonio de Jesús" y la obra profética del Espíritu Santo ("el espíritu de profecía").

Pero cuando le preguntamos a Juan, lo único que Juan hace es responder con las mismas palabras de Jesús.

Jesús mismo explica el significado del "Testimonio de Jesús"

Miremos detenidamente los pasajes del evangelio de San Juan con contienen frases referentes al testimonio de Jesús y el testimonio de Dios tocante a Jesús.

Juan 1:6-9:

"Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. 7 El vino como testimonio, a fin de dar testimonio de la luz, para que todos creyesen por medio de él. 8 No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. 9 Aquél era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo."

Este pasaje es de sumo interés para discernir el alegato de la misma Sra. White que ella era "la luz menor para guiar a la luz mayor".

En este pasaje de Juan, el evangelista Juan describe el ministerio de Juan el Bautista, a quien Jesús llamó el mayor de los profetas. Juan el Bautista "vino como testimonio, a fin de dar testimonio de la luz", Cristo Jesús. Juan el Evangelista, inspirado por el Espíritu Santo, aclara que Juan el Bautista no era la luz. Hay que captar la importancia de esa declaración. Juan el Bautista, a quien Jesús llamó el mayor de todos los profetas, "no era la luz", ni la mayor, ¡ni la luz menor! El profeta en sí, jamás es la luz, ni grande ni pequeña. El verdadero profeta da testimonio de la luz, pero jamás se presenta como la luz. Hay una sola luz, y esa luz es Jesucristo. Toda luz se encuentra en él, en su persona, en su ministerio, en su sacrificio, en su divinidad. Él es toda la luz. No hay ninguna otra luz, ni mayor ni menor.

Al profeta se le da el único privilegio de dar testimonio de la luz. Jamás va a declarar que a él o ella, se le da luz, ningún tipo de luz. Esa luz está en Cristo y brilla solo en él. La honrosa misión del profeta es de dar testimonio del poder y la gloria de esa luz.

Cualquiera que reclama que tiene luz, no importa cuan menor o insignificante, está declarando algo contrario a las Escrituras, y se está poniendo en un lugar que le pertence solamente al esplendoroso y glorioso Señor Jesucristo "la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo".

Juan 1:29-32

29 Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo: --¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! 30 Este es aquel de quien dije: "Después de mí viene un hombre que ha llegado a ser antes de mí, porque era primero que yo." 31 Yo no le conocía; pero para que él fuese manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando en agua. 32 Juan dio testimonio diciendo: --He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y posó sobre él.

Este pasaje contiene la clave para comprender Apocalipsis 19:10, "el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía".

El testimonio de Jesús, tal cual lo anunció Juan el Bautista y lo cumplió Jesús en la cruz, fue dar su vida como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Este es el sentido que se le dio a Juan el Evangelista para registrar en su evangelio y en el Apocalipsis. El testimonio de Jesús es que él fue enviado por Dios para dar su vida por el pecado de toda la humanidad, como el Cordero de Dios. De esa manera Jesús cumplía todo el sentido del Antiguo Testamento, el cual señalaba a su sacrificio en la cruz.

En este pasaje también resalta que el Espíritu Santo NO SE POSÓ SOBRE EL PROFETA. El Espíritu de profetizar o proclamar el testimonio del cordero se posó y llenó a Jesús de Nazareth en su bautismo. El Espíritu Santo SE POSÓ SOBRE LA PERSONA DE JESÚS, EL CORDERO DE DIOS.

Estas dos verdades pertenecen la una a la otra. El testimonio de Jesús es su sacrificio, y el Espíritu Santo le es dado para anunciar y cumplir esa misión profética. Es misión profética pues sería anunciada a lo largo de ¡todas las edades sin fin! El Espíritu de Profecía es el Espíritu Santo que posó sobre Cristo para prepararlo para dar el testimonio que Dios le dio, que "de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que cree en él no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).